El hígado es un órgano vital que procesa los nutrientes y ejerce una función desintoxicante para el organismo. Cuando se inflama sufre la enfermedad denominada hepatitis, que si bien puede comenzar y mejorar rápidamente, también puede volverse una enfermedad prolongada y acarrear complicaciones.
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La hepatitis es la inflamación del hígado, un órgano vital que procesa los nutrientes y ejerce una función desintoxicante para el organismo. Entre sus causas se encuentran: presencia de células inmunitarias en el cuerpo, infecciones por virus (como las hepatitis A, B o C), daño hepático por alcohol o tóxicos y efectos adversos de algunos medicamentos.
La Dra. María Valeria El Haj, detalló que, si bien la hepatitis puede comenzar y mejorar rápidamente, también puede volverse una enfermedad prolongada y acarrear complicaciones mayores como daño hepático, insuficiencia hepática o incluso cáncer de hígado. “La mayoría de las veces las hepatitis no producen síntomas y la enfermedad pasa inadvertida, por lo que sólo se la puede diagnosticar mediante análisis de sangre”, advierte y describe los distintos tipos de cuadros:
Hepatitis A: en este caso, el virus abandona el organismo a través de las evacuaciones. Por lo tanto, si las personas infectadas no se lavan las manos después de usar el baño pueden transportar el virus y contagiar a otra gente mediante el agua o los alimentos. Generalmente es de corta duración y no conduce a problemas hepáticos crónicos.
Entre sus síntomas se encuentran: sensación de cansancio, náuseas o vómitos, falta de apetito, fiebre superior a 38º C, dolor debajo de las costillas, del lado derecho del área del estómago. Además, más adelante pueden aparecer otros síntomas como: orina de color oscuro, evacuaciones de color claro, ictericia y comezón.
La mayoría de las veces la infección desaparece por sí sola, pero hay medidas que puede tomar en casa para que el hígado sane como descansar mucho, no beber alcohol y evitar ciertos medicamentos.
Hepatitis B: es causada por un virus que se contagia cuando los fluidos corporales de las personas entran en contacto. Esto puede suceder de varias maneras, por ejemplo, al tener relaciones sexuales o compartir agujas para drogarse o al utilizar agujas infectadas para hacer tatuajes, acupuntura o perforaciones en la piel; al compartir cepillos de dientes, navajas de afeitar u otros objetos personales con una persona infectada. La mujer embarazada también puede transmitir la infección a su bebé.
La primera vez que una persona se enferma de hepatitis B (esto se denomina Hepatitis B “aguda”), puede sentirse como si tuviera gripe. La mayoría de los pacientes evolucionan favorablemente en un plazo aproximado de 6 meses, pero 1 de cada 20 adultos que se enferman de Hepatitis B termina sufriendo la enfermedad durante un largo período, dando lugar a lo que se denomina Hepatitis B crónica.
Aunque no tienen síntomas, con el paso del tiempo la infección puede provocar un padecimiento del hígado llamado cirrosis, pudiendo encontrarse inflamación en el estómago y las piernas, acumulación de líquido en los pulmones, tendencia a la aparición de moretones o sangrado, dificultad para respirar, sensación de llenura, confusión repentina y hasta coma.
La mayoría de las personas que tienen Hepatitis B aguda no necesitan tratamiento. Si tiene hepatitis crónica, es decir que el virus no desaparece al cabo de 6 meses, el médico podría sugerirle que tome medicamentos. Los pacientes con hepatitis B crónica pueden llevar una vida normal.
Hepatitis C: se transmite principalmente a través del contacto de sangre con sangre y, de manera similar a la hepatitis B, con frecuencia no hay síntomas, pero si están presentes son similares. No hay vacuna para esta infección y las personas pueden llevar vida normal con los controles médicos necesarios.
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