Los dermatólogos y pediatras reciben durante los meses de verano a muchos chicos con lesiones en la piel y los papás escuchan un diagnóstico que en su infancia nunca habían oído: molusco contagioso.
Su incidencia real en nuestra población es desconocida, pero se sabe que es muy frecuente. Aunque en otros países se la considera más que nada una enfermedad de transmisión sexual, aquí afecta especialmente a la población pediátrica y su incidencia continúa en aumento. Su contagio es a través del contacto directo piel a piel y con elementos contaminados como ropa y toallas, y por eso es más frecuente entre los niños que concurren a las piletas y en la época de verano, cuando la piel está más descubierta. Afecta por igual a varones y nenas.
Cómo se detectan
“Las lesiones del molusco contagioso o molluscum contagiosum son muy características”, dice la dermatóloga Paula Luna, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología. “Desde el punto de vista clínico, al molusco contagioso o MC podemos reconocerlo como unos granitos pequeños, blanquecinos, persistentes, con una pequeña depresión central. Pueden aparecer como pocas lesiones o desarrollarse hasta cientos por todo el cuerpo. Es una enfermedad muy antigua, existen reportes de su existencia en antiguos libros de dermatología, pero su incidencia era mucho menor y tal vez por eso, era una enfermedad relativamente desconocida para la población en general”, explica Luna.
La razón de su crecimiento hoy en día
Hay una teoría acerca de por qué ha aumentado la cantidad de casos. El molusco contagioso pertenece a la familia de los Poxvirus y a esta familia pertenece la ya erradicada viruela. De hecho, se cree que la vacuna de la viruela podría haber brindado, en el pasado, algo de protección cruzada contra el molusco contagioso y dado que la vacuna ya no se aplica más, los moluscos tendrían más posibilidades de proliferar.
Los adultos estamos por lo general protegidos ya sea por haber recibido la vacuna contra la viruela en el pasado o por haber padecido moluscos en la infancia y ha permanecido la inmunidad.
En los adultos, se observa en la región genital, por la zona del pubis, y se transmite por contacto directo durante las relaciones sexuales. Puede presentarse con cuadros muy severos en las personas inmunodeprimidas.
Su tratamiento
La mayoría de los casos evolucionan naturalmente y desaparecen; pero existe la posibilidad de que se expanda, desarrollándose lesiones múltiples, se sugiere el tratamiento temprano. El médico de cada niño decidirá el tratamiento más adecuado en cada caso, pero el objetivo del mismo es destruir la lesión. Existe la posibilidad de realizar la extirpación a través del curetaje, previa aplicación de una crema anestésica. En manos expertas ese tratamiento suele ser sencillo y rápido.
El tratamiento que se usa para las verrugas, con cremas que “queman”, se usa con relativo éxito.
Atención a estos síntomas…
Son lesiones que no suelen provocar síntomas, pero en ocasiones se acompañan de picazón. Esto hace que la persona se rasque y pueda transmitir el virus a otras personas o a otras zonas de sí mismo. A veces el rascado puede provocar pequeños sangrados o que las lesiones se infecten por bacterias que aprovechan el daño a la piel.
Si bien es una enfermedad benigna y por lo general, las lesiones son asintomáticas, en muchas oportunidades los pequeños pacientes pueden sufrir complicaciones. Entre estas se encuentran, la inflamación excesiva de las lesiones (con desarrollo de eccema), la sobreinfección, la aparición de lesiones en áreas complejas, como párpados, axilas o genitales, así como aparecer en zonas visibles y condicionar las relaciones sociales.
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