Hay un déficit en el consumo de verduras, frutas, lácteos y alimentos fuente de fibra, mientras que hay un exceso de alimentos fuente de azúcar y de pan y derivados de harinas muy refinadas.
Todas las canastas básicas de alimentos (CBA) son construcciones teóricas, que siguen una metodología desarrollada hace décadas en Latinoamérica. Siempre se parte de encuestas (Ej.: las encuestas de gasto de hogares del INDEC) que informan la composición del gasto o patrón de compras de alimentos de la población. Se toma como población de referencia a los hogares que se encuentran aproximadamente en el segundo o tercer quintil de ingresos, de forma que sus consumos no reflejan los más deficientes ni tampoco los de hogares de mayor nivel socieconómico.
Sobre ese patrón alimentario seleccionado, se hacen ajustes de tipo nutricional, de manera que la canasta resultante sea adecuada a requerimientos calóricos, proteicos y de la mayor cantidad posible de nutrientes esenciales (vitaminas, minerales, etc.). Luego, se seleccionan, en cada categoría de alimentos, los ítems (productos) más económicos posibles.
De esta forma, siguiendo esta metodología, la CBA representa el «menor valor económico de la canasta alimentaria típica de los hogares de clase media baja, ajustada a sus requerimientos calóricos y nutricionales básicos». Esto es la canasta y lo que refleja su valor: seguir comiendo más o menos el mismo tipo de dieta habitual sólo que cubriendo las calorías y los principales nutrientes.
Una canasta de baja calidad
Por propia definición del método, como la dieta de los sectores representados (clase media baja) es de «muy baja» calidad nutricional, la canasta resultante también lo es.
Para entenderlo mejor, la calidad nutricional de la dieta típica (promedio) argentina de hogares pobres, en una escala de cero a cien tiene un puntaje de 43. Esto es así porque hay un déficit mayor al 60% en el consumo de verduras, frutas, lácteos y alimentos fuente de fibra; y porque hay un exceso de alimentos fuente de azúcar y de pan y derivados de harinas muy refinadas; no suele haber déficit de carne. Esta configuración de dieta es muy poco diversificada, deficiente en algunos nutrientes esenciales y con exceso de azúcar, sodio, almidón bajo en fibra y ácidos grasos saturados.
Como la CBA deriva de esa misma configuración, refleja aproximadamente lo mismo. Esto es importante en términos de comunicación: el valor de la CBA, sobre cuya base se mide la pobreza por ingresos es un valor «básico» y muy poco saludable. ¿Porqué es importante esto? Porque en estos tiempos, la alimentación poco saludable y sus consecuencias (obesidad, diabetes, hipertensión y otras enfermedades crónicas) es lo que más nos preocupa a quienes trabajamos en nutrición y salud (en Argentina hay más de 22 millones de personas con sobrepeso).
Por lo que el mensaje, cada vez que se comunica cómo se compone y cuánto sale una CBA es: “Mal alimentar a la gente cuesta ‘tantos’ pesos, y sobre este valor estamos definiendo indigencia y pobreza». Por todo lo anterior, más allá de los números, la CBA refleja una canasta con:
– alta cantidad de alimentos de origen en panificación,
– derivados de harinas muy refinadas,
– menor cantidad de verduras, frutas, legumbres y cereales integrales que los recomendados por las propias guías alimentarias,
– pocos lácteos,
– una cantidad inadecuada por exceso en azúcares.
Atento a todo lo expuesto, a continuación se puede encontrar un reciente artículo que hace referencia al desarrollo de una Canasta Saludable de Alimentos, que proponemos como otro indicador, creemos más a tono con los tiempos epidemiológicos actuales.
(*) Director de Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA). Es nutricionista de la UBA (MN 1170), profesor e investigador.
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