Disforia de género

Despeja tus dudas sobre la disforia de género y aprende a diferenciarla de la homosexualidad o el travestismo. Asimismo, aportamos consejos sobre cómo manejar los conflictos de identidad de género.

La disforia de género aparece cuando existe una falta de correspondencia entre la identidad de género y las características sexuales que presenta una persona.

En este artículo, vamos a explicar de manera amena y sencilla en qué consiste la llamada disforia de género, pero antes, con el objetivo de comprender ampliamente su definición, vamos a distinguir entre conceptos tan importantes como el sexo, el género o la identidad sexual, que nos ayudarán a tener una amplia visión sobre este aspecto.

Cuando hablamos de sexo, hacemos referencia a todas aquéllas características biológicas que nos son asignadas en el momento de nuestro nacimiento tales como los caracteres primarios (genitales externos e internos) y los caracteres secundarios (como por ejemplo el desarrollo de la barba en el hombre, o el desarrollo de las glándulas mamarias en el caso de la mujer), los cromosomas o el entramado hormonal que nos diferencia a hombres y mujeres.

Cuando hablamos de género, nos referimos al conjunto de conductas y comportamientos socioculturalmente construidos y asignados a cada uno de los sexos que conforman lo que conocemos por feminidad y masculinidad.

Finalmente, la identidad de género se entiende como la percepción que tenemos las propias personas adscrita al sentimiento de ser hombre o mujer.

Cómo se define la disforia de género
Así pues, podemos decir que la disforia de género aparece cuando existe una falta de correspondencia entre la identidad de género y las características sexuales que presenta la persona, es decir, aunque su apariencia física y sus atributos biológicos se correspondan con un sexo concreto, su sensación es de pertenencia al sexo contrario al determinado, sintiendo así una gran insatisfacción y un gran anhelo por modificar esta condición.

Por este motivo, no es raro asociar frases tales como “es un hombre atrapado en un cuerpo de mujer” o viceversa, pues así es como se sienten las personas aquejadas por esta situación, a quienes la incongruencia entre su sexo anatómico y su deseo de proceder les puede hacer sentirse fuera de juego en una sociedad que espera un determinado comportamiento asociado a las características que les fueron dadas en el momento de nacer.

Es importante señalar que la disforia de género puede plantearse desde la infancia, no obstante, deberemos tener en cuenta que no siempre dicha alteración evolucionará hacia la vida adulta. Ya desde niños pueden sentir cierta aversión por los estereotipos que intentan inculcarles y consecuentemente pueden comenzar a experimentar un significativo malestar al que conviene prestar especial atención.

 

Causas de la disforia de género
Cuando aludimos a las causas de la disforia de género, podemos observar que se han planteado varias hipótesis para intentar explicar el origen de la misma, entre las que podemos encontrar las teorías psicosociales y las teorías biológicas.

Las teorías psicosociales defenderían una confusión respecto a la formación e internalización de la identidad sexual originado durante etapas críticas del desarrollo. Es decir, aluden a una equivocación en el aprendizaje de las conductas típicas del sexo asignado al nacer, reflejando así comportamientos y pautas asignadas socioculturalmente al sexo contrario.

Las teorías biológicas y genetistas, sin embargo, van mucho más allá y plantean la posibilidad de que la cuna de la disforia de género se halle en el mismo desarrollo intrauterino, apuntando directamente a estructuras cerebrales como el hipotálamo y al anormal desarrollo hormonal como principales sospechosos.

unos de los síntomas que nos pueden aportar algunas pistas a la hora de identificar esta condición tanto en niños como en adolescentes y adultos.

Síntomas de la disforia de género en niños
Podemos advertir en el niño un fuerte anhelo por pertenecer al sexo contrario, o incluso una marcada obstinación por transmitir que pertenece al sexo opuesto.
La predilección por llevar a cabo funciones, papeles y comportamientos que social y culturalmente se asignan de manera específica a rasgos de personalidad del otro sexo podría ser otra de las manifestaciones, aunque no solo deberemos tener en cuenta las preferencias, sino también el rechazo y la evitación que puede producirse ante las conductas estereotipadas y catalogadas de su propio sexo.
Otro de los síntomas puede ir marcado por la vestimenta de los pequeños. De esta manera, nos percataremos que las preferencias de los chicos vendrán marcadas por prendas típicamente femeninas, mientras que las niñas revelarán una predilección por las ropas mucho más varoniles, rechazando así la característica indumentaria femenil (faldas, vestidos, etcétera).
También las preferencias por determinados juegos y juguetes nos pueden dar importantes pistas a la hora de diagnosticarlo. En este caso, los niños se inclinarán por entretenimientos y pasatiempos identificados y tipificados por la sociedad como femeninos (ejemplo: juegos que reproducen los roles de ama de casa o maternos, acompañados de muñecos y todo tipo de accesorios para la limpieza y cuidado del hogar), mientras que las niñas presentarán el caso contrario (ejemplo: juegos mucho más competitivos y bruscos, creativos y habilidosos, como los juegos de construcción, los coches de carreras o los muñecos de lucha).
A la hora de establecer vínculos, los compañeros de juegos, las amistades y grupos de preferencia serán los pertenecientes al sexo contrario.
Respecto a la anatomía sexual, podemos observar cierta aflicción a los propios genitales. En el caso de las niñas, estaremos atentos a las señales que nos indiquen el disgusto a tener pechos, el anhelo de tener pene más adelante, o incluso a la oposición de orinar sentada. En los niños, tendremos en cuenta cualquier rechazo del pene o los testículos y el posible deseo a que éstos desaparezcan. En consecuencia, el sentimiento por tener los caracteres tanto primarios como secundarios del sexo sentido podría salir a escena.
Síntomas de la disforia de género en adolescentes y adultos
En el caso de los adolescentes y los adultos, una de las características a destacar será una evidente incoherencia entre las características anatómicas y fisiológicas del sexo que presentan con los caracteres propios del sexo al que expresan pertenecer y, en consecuencia, el deseo por ser y pertenecer al sexo opuesto puede hacerse latente.
También podemos observar una férrea preocupación por eliminar y despojarse de dichos caracteres sexuales o, en el caso de los adolescentes, a que éstos no lleguen a desarrollarse al considerarlos fruto de una pertenencia a un sexo equivocado. Así mismo, pueden presentar ese firme anhelo por poseer los caracteres sexuales del sexo opuesto.
En este sentido, la forma en la que es tratada la persona en cuestión cobrará especial importancia, ansiando ser considerado conforme al otro sexo.
Igualmente, pueden tener la certidumbre de que sus sensaciones y afectos son propias del sexo contrario al que les ha sido asignado.

Diagnosticar disforia de género conllevará tiempo y unos rigurosos protocolos llevados a cabo por un equipo multidisciplinar de profesionales, pues cabe destacar que, además de la subjetividad de la información de la que se dispone, existe una gran pluralidad respecto a las vivencias y grados que pueden presentar los conflictos de identidad de género.

La disforia de género podría conllevar una serie de consecuencias asociadas a la misma, pues la poca o nula educación sexual de la que dispone la sociedad y la falta de información al respecto hacen de esta condición un blanco fácil para la marginación y el estigma colectivo, acentuando así sus problemas y generándoles serias dificultades de ajuste social.

De sobra son conocidos los prejuicios existentes hacia las personas que presentan disforia de género, que a menudo sienten el rechazo y el abandono en distintas áreas de sus vidas. El área escolar o el área laboral podrían ser un buen ejemplo de ellas, pues la posible anticipada desescolarización o las dificultades que aparecen a menudo asociadas a la obtención de un empleo, podrían abocarlas a la realización de conductas de riesgo.

Además, por desgracia hemos podido comprobar que no están exentas de sufrir cualquier tipo de agresión por parte de personas que sancionan con dureza su “falta de adecuación a las normas prescritas”.

Otro de los inconvenientes que podemos encontrar es la falta de una red de apoyo que les ampare y asista de manera adecuada. En algunas circunstancias es la propia familia quien no les respalda y acepta, pero no debemos olvidar que en ocasiones, instituciones como el sistema sanitario público son quienes da la espalda a este tipo de problemáticas.

Los motivos expuestos con anterioridad, unidos al sufrimiento propio de la situación, podrían hacer de las personas con disforia de género un colectivo vulnerable, capaz de desarrollar diversos problemas de distinta índole al que prestar especial atención.

Soluciones y consejos para personas con disforia de género: reasignación sexual

En adultos, el tratamiento más eficaz para manejar la disforia de género suele estar detrás de la reasignación sexual, adaptando así su apariencia física a su sentimiento de pertenencia al sexo contrario.

La reasignación sexual pasa por distintas etapas que cabe señalar:

En primer lugar, se llevará a cabo un detallado y certero diagnóstico psicológico con el que descartar otras patologías que puedan confundirse con el tema que nos ocupa. Además, se pondrá en práctica, en la medida de lo posible, aquello que se conoce como ‘test de vida real’, en el que se recomienda al paciente comenzar a comportarse socialmente conforme al sexo que desea.
En segundo lugar, se realizará la valoración endocrinológica y la hormonoterapia si procede, aplicando correctamente los criterios a cumplir para poder llevar a cabo dicha intervención hormonal, que intentará reemplazar las características sexuales secundarias presentadas por las del sexo con la que el paciente se identifica.
Por último, superadas con éxito las etapas anteriores, llegaremos al último escalón de la etapa triádica propuesta con las intervenciones quirúrgicas consistentes en cirugías no genitales y cirugías genitales que acabarán por “ajustar el cuerpo a la mente”.
Ayuda para niños con disforia de género
En el caso de niños y adolescentes con disforia de género, el protocolo de intervención pospondrá la terapia anteriormente planteada, centrándose en hallar un diagnóstico certero respecto a la identidad de género junto con los posibles problemas asociados y la psicoterapia destinada a reducir la desazón y las molestias que esta situación puede acarrearles.

En este sentido, resultará indispensable incluir a los familiares en el proceso y asesorar a los educadores, a fin de tejer una red de apoyo y orientación que minimice el sufrimiento de los pequeños, pues no olvidemos que el éxito en la mayoría de los casos se esconde detrás de conceptos tan sencillos como la comprensión y la ayuda.

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