Es la mejor herramienta para alisar la frente y los ojos y conseguir un rostro descansado, pero también para otras cuestiones médicas que van más allá de la estética.
La toxina botulínica o bótox siempre estuvo ligada al mundo de la estética como opción no quirúrgica para tratar las arrugas, pero también puede utilizarse para combatir otros problemas muy frecuentes.
Hiperhidrosis
“La hiperhidrosis consiste en el exceso de sudoración en ocasiones localizado en axilas, manos, pies, cuero cabelludo o incluso generalizado. Es increíble cómo puede afectar psicológicamente esta enfermedad a las personas que la sufren”, plantea Irene Bermejo (M.N. 60.438) dermatóloga experta en láser. “Causa que la ropa se manche constantemente por el sudor. A veces, es tan excesivo en manos que impide saludar a otra persona, moja el papel si se está escribiendo y produce, como consecuencia de todo esto, inhibición social”, describe.
“La aplicación de bótox es útil en la hiperhidrosis de axilas y palmas. Evita terapéuticas más agresivas, como la simpatectomía o la cirugía local”, explica Nicolás Cotter (M.N. 125.933) cirujano plástico y Máster Inyector. Siempre que lo aplique un médico especializado en las dosis correctas, el bótox es un tratamiento seguro.
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El mecanismo de acción consiste en un bloqueo de la transmisión nerviosa en la unión neuromuscular, bajando la producción de sudor entre el segundo y cuarto día después de la infiltración.
Acné y rosácea
“El bótox, infiltrado de forma más diluida y con la técnica de mesoterapia por la zona afectada puede regular la secreción sebácea y mejorar el acné leve o moderado”, señala Bermejo y remarca que hay nuevos estudios clínicos que confirman que las posibilidades del bótox se amplían y que es capaz de ayudar a afecciones cutáneas como la rosácea.
La especialista explica que la toxina actúa sobre unas células llamadas mastocitos, evitando que liberen los agentes proinflamatorios. “Se ven reducciones significativas en el edema, eritema, telangiectasia y enrojecimiento en la primera y segunda semana de tratamiento”, resume.
Cicatrices queloides
Otra de las acciones del bótox es tratar de manera efectiva la foliculitis que son microquistes cutáneos y las cicatrices queloides. “La cicatriz queloídea es una lesión con porte tumoral, de color rojo rosado o púrpura y a veces hiperpigmentada. Los contornos están bien demarcados, pero son irregulares, sobrepasando los márgenes iniciales de la herida”, detalla la dermatóloga.
En el caso de una cicatriz queloide, el tratamiento con bótox va a depender mucho del tamaño, pero entre 2 y 3 sesiones es lo más habitual y no suele necesitarse mantenimiento.
Migrañas
Otro problema que puede combatirse con bótox es la migraña, que es un tipo de cefalea primaria frecuente, caracterizada por un dolor pulsátil intenso, generalmente de un solo lado. Suele estar acompañada de náuseas, vómitos y sensibilidad a la luz y al ruido.
¿Dónde se aplica el bótox para la migraña? Cotter expresa que para migrañas la toxina se aplica mediante pequeñas inyecciones en los músculos de zonas tan sensibles como la frente, el cuero cabelludo, el cuello e incluso los hombros. Gracias a la aplicación de esta sustancia química, se consiguen relajar por completo los nervios y estímulos que afectan y bloquean al sistema nervioso central. Después del procedimiento, los pacientes generalmente sienten alivio dentro de 1 o 2 semanas.
Ninguno de estos tratamientos es definitivo o curativo, por lo que el paciente deberá volver a evaluar con el equipo médico la aplicación de nuevas dosis después de unos seis meses aproximadamente.
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