Si en tu casa no se ponen de acuerdo, un experto en lácteos nos explica cual es la forma correcta de conservar nuestro manjar nacional.
En el desayuno, la merienda o en cualquier momento del día, somo muchos los que amamos el dulce de leche: se lo ponemos a las tostadas, a los alfajorcitos de maicena, rellenamos tortas y optamos por este premio si después de unos días perfectos de dieta, podemos elegir un «permitido».
En lo que todos los argentinos estamos de acuerdo es en que somos los inventores del manjar, aunque otros países digan lo contrario. Pero en lo que todavía nos quedan ciertas dudas es en un tema que genera no pocas discusiones en la familia. ¿Adónde quedó el pote del dulce?
Está el que dice que va en la heladera y si lo encuentra en la alacena, lo saca sin consultar y lo guarda en donde cree que corresponde, y el otro que afirma que no, que el lugar indicado es del lado de afuera, tal vez en el techo de la misma, o en la mesada de la cocina.
¿Vos en qué bando estás? ¿Te animás a conocer la respuesta?
Según nos cuenta un experto el mito llega a su fin: el dulce de leche se guarda en la alacena. Quien lo asegura es el ingeniero químico Ismael Bracco, de Lácteos Luz Azul y explica los motivos: “Es un producto que tiene mucha cantidad de azúcar lo que hace que tenga poca presión osmótica, es decir poca agua disponible para que los microorganismos puedan desarrollarse en él, entonces se conserva bien a temperatura ambiente”.
El azúcar actúa de la misma manera que la sal en un chorizo seco o en un jamón crudo. La humedad está en el producto pero está ligada a la sal entonces no favorece que los gérmenes puedan alimentarse y reproducirse, lo que infectaría el producto o haría que “se pudra”. Eso no sucede al guardar el dulce de leche fuera de la heladera.
Por otro lado, el especialista menciona una segunda razón. “Esta es una cuestión física”, dice Bracco. “En el dulce de leche hay lactosa que es una sustancia muy insoluble. Si lo pongo en un ambiente de frío voy a facilitar las condiciones para que se formen cristales de lactosa y que sobre ellos el azúcar -la sacarosa- se siga depositando y generando cristales aun más grandes hasta que finalmente se forme el famoso dulce azucarado con esa capita blanca que le resta calidad. Definitivamente, vamos a lograr que el dulce se conserve durante más tiempo si lo mantenemos fuera de la heladera”.
Es un producto que tiene mucha cantidad de azúcar lo que hace que tenga poca presión osmótica, es decir poca agua disponible para que los microorganismos puedan desarrollarse en él, entonces se conserva bien a temperatura ambiente.
Por supuesto que si se guarda en heladera no pasa nada malo. Solo que el dulce queda más difícil de manejar, de untar, pero a quien le guste frío puede guardarlo y no hay ninguna contraindicación. Incluso, en lugares muy calurosos como una cocina donde el horno está siempre encendido o en un lugar lleno de moscas, la heladera va a ser la mejor opción.
Asimismo, según resalta Bracco hay que tener siempre el envase en buenas condiciones de higiene y mantener hábitos que ayuden a mantenerlo en buen estado. “Si le meto una cuchara sucia o si uso el mismo cuchillo de la manteca voy a tener los mismos problemas que con cualquier alimento”, advierte.
Pero concluye que por una cuestión microbiológica no hay ningún riesgo conservándolo fuera de la heladera y para el sabor y la textura del producto resulta mejor.
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