Los programas de ejercicios físicos son una de las mejores herramientas no farmacológicas que permiten reducir y mejorar los aspectos característicos de la Fibromialgia y sus síntomas asociados.
Calificada por algunos profesionales como el “síndrome del dolor” y mencionada por otros como un “trastorno incomprendido”, la Fibromialgia es una condición crónica que provoca dolores musculares generalizados y cuyos síntomas incluyen fatiga, rigidez en las articulaciones, perturbación del estado de ánimo, dificultades para dormir y trastornos cognitivos, entre otros. El dolor crónico y difuso es su síntoma más característico, el cual puede intensificarse por factores ambientales o emocionales, tales como ansiedad o estrés.
Pese a las diferentes suposiciones existentes sobre la Fibromialgia, lo que sí está demostrado es que los tratamientos que fomentan un programa de actividad física disminuyen sus síntomas, mejorando la calidad de vida del paciente.
Es importante aclarar que antes de comenzar un programa de ejercicio físico el paciente debe haber mejorado sus síntomas de dolor y fatiga a través de un tratamiento médico. La actividad física debe ser incluida de forma sistémica como parte constitutiva del tratamiento.
Ejercicio Físico: efectos y recomendaciones
Ejercicios aeróbicos:
Efecto: alivian el dolor y resultan efectivos para el bienestar general del paciente. Aquellos de bajo impacto, como caminar, evitan la atrofia muscular, fomentan la circulación y mejoran la resistencia cardiorrespiratoria sin generar un compromiso articular.
Recomendación: comenzar de forma lenta e incrementar la intensidad gradualmente. Se recomienda no superar el 60% de la frecuencia cardíaca, realizar la actividad en días alternos y con una duración aproximada de 30 minutos, considerando que puede incrementarse o disminuir de acuerdo a la sintomatología.
Ejercicios de fuerza:
Efecto: posibilitan un aumento de la fuerza máxima y de la capacidad funcional, disminuyendo los efectos de la Fibromialgia a nivel neuromuscular.
Recomendación: trabajar con cargas bajas o moderadas (que impliquen entre el 40% y el 70% de la fuerza máxima), progresivas, y realizar muchas repeticiones (entre 15 y 20). No se sugiere un entrenamiento basado en pocas repeticiones con cargas elevadas.
Ejercicios de flexibilidad:
Efecto: realizados correctamente y mediante estiramientos suaves, alivian la tensión muscular y pueden contribuir al fortalecimiento de los músculos encogidos.
Recomendación: el estiramiento debe realizarse sin producir dolor y mantenerse durante 10 o 20 segundos, previo calentamiento suave.
Ejercicios acuáticos:
Efecto: disminuyen el dolor, la rigidez, la fatiga, mejoran la calidad del sueño, la vitalidad y la función cognitiva.
Recomendación: es posible realizar en este medio todo tipo de ejercicios, ya sea de flexibilidad, aeróbicos, de resistencia, de fuerza o de relajación. Lo importante es prestar atención a la temperatura del agua, la cual se sugiere a 34º C, ya que el frío empeora los síntomas.
Es importante:
Combinar como mínimo 2 actividades por sesión con el objetivo de lograr una rutina multidisciplinaria.
Realizar al menos 2 veces a la semana los ejercicios indicados.
Incrementar la intensidad de los ejercicios de forma progresiva. Se recomienda hacerlo cada 3 meses para evitar el estancamiento en la adaptación fisiológica del paciente.
Adaptar el plan de entrenamiento a cada individuo de acuerdo a su edad, al grado de impacto de la Fibromialgia y a sus preferencias. Si bien los ejercicios grupales fomentan la perseverancia, no es posible indicar un mismo conjunto de ejercicios para todos los pacientes.
El Servicio de Medicina Física de Sanatorio Allende cuenta con un equipo de profesionales capacitados y constantemente actualizados, con los recursos necesarios y con una pileta climatizada para brindar un tratamiento eficaz y completo a quienes padecen esta controvertida patología.
Servicio de Medicina Física y Rehabilitación de Sanatorio Allende.
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