Disfunción eréctil: cosas que necesitas saber

Aproximadamente un 20 por ciento de los hombres de entre 25 y 75 años tienen problemas de erección, según los datos del estudio EDEM (Epidemiología de la Disfunción Eréctil Masculina).

Las causas por las que aparece son diversas. Sin embargo, hay un factor aislado que tiene un impacto importante sobre la erección: la edad. “Conforme el hombre se va haciendo mayor tiene más problemas de erección; por lo tanto, se considera el factor de riesgo número 1”.

Otras causas que pueden provocar que aparezca disfunción eréctil son la existencia de daños en venas, arterias o nervios; las alteraciones hormonales y causas psicológicas como el estrés, la depresión o la ansiedad, por ejemplo. “Hay factores psicológicos que puede influir y ser determinantes para la aparición de problemas de erección, fundamentalmente en hombres más jóvenes que tienen problemas de autoestima”

La testosterona es la hormona masculina que desempeña un papel importante en el hombre para mantener su salud sexual, mental y física.

“Una de las causas de la disfunción eréctil es que haya un problema hormonal, es decir, un déficit de testosterona. Sin testosterona se altera la arquitectura del pene y no se consigue una buena erección, de modo que puede aparecer disfunción eréctil como consecuencia del déficit de esta
El déficit de testosterona puede tener otras consecuencias en la salud del hombre como la aparición de alteraciones cognitivas, problemas en el lenguaje, en la memoria, en la capacidad numérica o en la composición corporal, entre otras.

Signo de alerta de otras enfermedades
Una de las peculiaridades de la disfunción eréctil es que puede ser el primer síntoma de otras enfermedades que, a priori, el hombre no relacionará con este problema, de ahí la importancia de acudir al médico cuanto antes.

Los expertos señalan su vinculación con patologías como la diabetes (tienen entre el doble y el triple de posibilidades de desarrollarla), la enfermedad de Párkinson o la esclerosis múltiple.

Sin embargo, es especialmente importante su relación con las enfermedades cardiovasculares; la disfunción eréctil se relaciona con todos los factores de riesgo cardiovascular: hipertensión, colesterol alto, etc. “Se dice que los problemas de erección son síntomas centinela (primeros síntomas) de los problemas cardiovasculares. De hecho, cuando uno empieza a tener problemas de erección, muchas veces estamos delante de problemas cardiovasculares que son más serios y que todavía no se han manifestado”, apostilla Moncada.
La disfunción eréctil es una ventana a la salud integral del varón para ver cómo está ese hombre. “Piense que si una persona tiene más de 50 años, tiene dos o más factores de riesgo cardiovascular y empieza con disfunción eréctil, ese hombre tiene un 80 por ciento de posibilidades de tener un evento coronario en el plazo de los 3 siguientes años. Es un porcentaje muy alto”.

Recomiendan a los varones que tienen disfunción eréctil verlo como una oportunidad para revisar de forma integral su salud y acudir anualmente al urólogo a partir de los 45 años.

Además, el hombre no puede hacer nada frente a factores como la edad, pero sí actuar sobre el resto de factores de riesgo modificables: dejar de fumar, controlar y tratar el colesterol alto, la hipertensión o la diabetes. Adquirir unos hábitos de vida saludable, hacer ejercicio físico, cuidar la alimentación y mantener una buena salud cardiovascular.

El papel de la pareja
La confirmación del diagnóstico de disfunción eréctil provoca un impacto muy alto y grave a nivel psicológico en la salud del hombre en la mayoría de los casos. Por un lado, puede afectar a la autoestima; por otro, alterar su vida de pareja y, por último, podría incluso provocar que su vida sea menos plena y satisfactoria.

La Organización Mundial de la Salud reconoce que la salud sexual es una parte integral de la salud de hombres y mujeres. “Los hombres que no tienen una salud sexual normal, no tienen una buena salud. La disfunción eréctil tiene un impacto muy negativo no sólo sobre su salud como individuo, sino también en la relación de pareja”, añade Moncada.

De ahí la importancia de contar con ella. “Una pareja que no apoya, que no está por la labor, hace que el tratamiento sea más complejo, porque normalmente la actividad sexual es cosa de dos. Si uno tiene que seguir un tratamiento, pero la pareja no le hace ni caso es mucho más difícil manejarlo. Por lo tanto, la complicidad de la pareja es fundamental porque va a facilitar mucho el tratamiento, que vaya a la consulta del médico y que haga cambios de vida más saludables”

Sin embargo, muchas veces encontrar esa complicidad resulta complicado, “En la práctica sería fundamental que la pareja estuviera involucrada y que acompañase al varón en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad porque si uno tiene la ayuda y la complicidad de su pareja, todo es más fácil. El problema de todo esto es que muchas veces se han acostumbrado a no tener relaciones sexuales, a no tocarse y perder esa intimidad y cuando la quieren recuperar se hace raro”.

Además, a esta dificultad para recuperar la complicidad y normalidad sexual se le añade otro obstáculo en las parejas heterosexuales. Si con el paso de los años el principal problema a nivel sexual en el hombre es la disfunción sexual, en la mujer aparece la pérdida de la libido, de las ganas de tener relaciones sexuales. “De modo que se junta el hambre con las ganas de comer: un hombre que empieza a tener problemas con una mujer que a su vez empieza a tener menos apetencia sexual”.

Ante esas situaciones los expertos insisten en la importancia de la comunicación, de hablar las cosas, ser sinceros y evitar los sentimientos de culpabilidad.

¿Qué tratamientos hay?
Respecto a los tratamientos, ambos destacan que en la actualidad hay un abanico de opciones que permiten tratar con eficacia la disfunción eréctil.

“El primer paso son los cambios de estilo de vida. Si el paciente tiene otra enfermedad como diabetes, obesidad o hipertensión, debe mantenerla controlada y a partir de ahí llevar una vida sana. Recomiendo incluir el deporte aeróbico en el día a día (adaptándolo a las características y limitaciones de cada uno) y optar por actividades como correr, nadar hacer bicicleta o elíptica y no levantar pesas. Todo eso ayuda a mejorar la función vascular de los pacientes y también la disfunción eréctil”

El siguiente paso sería el tratamiento farmacológico. “La terapia de inicio que recomiendan los especialistas consiste en tomar fármacos orales, los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (PDE5), un tratamiento menos invasivo, menos agresivo y que puede devolver una función sexual durante un tiempo”, comenta Moncada, quien recuerda que los hombres siguen envejeciendo aunque estén en tratamiento, por lo que en algunos casos, cuando pasan los años la medicación deja de responder.

Dentro de este primer escalón de tratamientos también se incluyen las cremas tópicas que se aplican en el pene o las ondas de choque que cada vez se están utilizando más y que parece que producen un efecto beneficioso en la circulación sanguínea.

Cuando esta primera línea de tratamientos no funciona, los especialistas pasan a la segunda línea: las inyecciones intracavernosas de sustancias que provocan una vasodilatación de las arterias del pene y que favorecen la erección. “A veces las inyecciones tampoco son efectivas o acaban perdiendo su eficacia o hay muchos hombres que no se quieren pinchar en el pene, porque les da reparo o porque les molesta, incomoda o les da miedo”

En estos casos los especialistas optan por la última alternativa casi cien por cien eficaz: implantes de una prótesis de pene, opción que requiere una intervención quirúrgica. “Los pacientes que se han operado están muy contentos porque recuperan la función sexual normal”, concluye.

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