Una persona come para alimentar el cuerpo, y así obtiene fuerza y energía. Por eso, es muy importante mantener una buena dieta durante los tratamientos oncológicos. Los tratamientos contra el cáncer como la quimioterapia y la radioterapia son para salvar la vida pero también pueden afectar considerablemente su alimentación.
“La quimioterapia no elimina solo a las células del cáncer que se dividen rápidamente, sino que también destruye células sanas de rápido desarrollo. Eso puede provocar náuseas y cambios en el apetito, lo que lleva a los pacientes a consumir menos calorías de las necesarias. Otros tratamientos pueden provocar incomodidad por sequedad en la boca, diarrea o estreñimiento. Afortunadamente, estos efectos secundarios disminuyen o hasta se superan y, con ello, mejora la nutrición durante el tratamiento” comenta Rose Prissel, dietista en Mayo Clinic.
Es muy común que los pacientes experimenten cambios de peso durante el tratamiento. Generalmente, si un paciente pierde más de 2 kilos en una semana, es importante descubrir si esa pérdida fue a propósito o no intencionada. Si fue a propósito, el equipo de atención médica del paciente investigará por qué ocurre y verificará que los planes de tratamiento vayan bien. “Si la pérdida de peso no fue intencionada, es importante buscar la causa y brindar sustento. Es importante porque hay que evitar que el peso descienda rápidamente, pues debido a que el tejido muscular se descompone durante el tratamiento, el paciente puede perder aún más vigor”, señala Prissel.
Un efecto secundario frecuente durante el tratamiento oncológico es el mal apetito. “A fin de mejorar la nutrición durante esta etapa, es mejor pensar en comer poco y de manera frecuente. Esta situación puede ser abrumadora porque ni los pacientes ni los cuidadores tienen energía para preparar varias comidas al día, pero una manera de superarla es reservando una porción de lo que normalmente comería al desayuno, al almuerzo y a la cena para que se convierta en la cuarta comida. Eso permite planificar y programar más comidas, con menos trabajo” sugiere Prissel.
El daño a la membrana estomacal e intestinal también puede provocar náuseas y vómitos. Es recomendable optar por alimentos de fácil digestión, como pueden ser los carbohidratos refinados del pan blanco y las papas. Además, hay que evitar los alimentos con alto contenido de fibra o de proteína, porque es más difícil y lleva más tiempo digerirlos. Además, la especialista recomienda comer porciones pequeñas y frecuentes para evitar sobrecargar el estómago.
Algunos tratamientos y medicamentos contra el cáncer provocan deshidratación y disminuyen la producción de saliva, lo que lleva a una incómoda sensación de sequedad en la boca. Frente a este problema, Prissel recomienda aumentar la ingesta de líquidos, masticar chicle o chupar caramelos o trocitos de hielo para compensar.
“Otros efectos secundarios de algunos tipos de quimioterapia y radioterapia incluyen inflamación de la garganta y la boca, porque esto puede hacer que comer y beber sea incómodo y doloroso. En ese caso, comer alimentos calientes o fríos puede provocar irritación, así que se deben ingerir alimentos a temperatura media o comida blanda y suave. La diarrea también puede ser un problema incómodo o un signo de algo más grave, así que se deben restringir los productos lácteos, evitar la cafeína y comer alimentos suaves con bajo contenido de fibra para impedir que la diarrea lleve a otros problemas, como deshidratación severa” afirma Prissel.
Es importante que los pacientes mantengan una dieta calórica, proteica y líquida durante el tratamiento oncológico. Prissel asegura que “En algunos casos, como en el cáncer avanzado, la alimentación posiblemente no altere el resultado de la enfermedad ni del tratamiento. En tales circunstancias, intentar seguir pautas alimentarias específicas, como adherirse a una dieta baja en sodio o en grasa, quizás no resulte práctico. Los pacientes deben hablar con el equipo de atención médica acerca de qué se puede anticipar y cuánto tiempo durarán los síntomas, además de conversar respecto a los síntomas, especialmente los que alteran la alimentación”
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