En Oregon, se registró el primer caso en 30 años. Los padres del chico enfermo son antivacunas y su hijo no estaba inmunizado. Se infectó por una cortadura en la frente. Opina el infectólogo Hugo Pizzi.
El avance científico en materia de vacunación logró el control –y en algunos casos la erradicación– de numerosas enfermedades. Mantener esta situación depende de que cada ciudadano se inmunice. Cuando esto no sucede, ocurren casos como el de Oregon en un país donde esta enfermedad no se manifestaba desde hace tres décadas.
Un nene de 6 años, cuyos padres son antivacunas, se cortó la frente mientras jugaba en la granja donde vive. Sus papás le limpiaron y suturaron la herida en su casa y todo estuvo bien, por un tiempo. A los seis días del incidente, el pequeño empezó a llorar, a apretar la mandíbula y a sufrir espasmos musculares. Cuando el cuadro empeoró y aparecieron problemas respiratorios, la familia llamó a la emergencia médica que lo trasladó en helicóptero a un hospital.
Luego del examen clínico, llegó el diagnóstico: el chico tenía tétanos, una enfermedad que no se registraba en Oregon desde hacía 30 años. El caso ocurrió en 2017, aunque el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) publicó el informe recientemente.
El nene, cuya identidad fue reservada, estuvo internado durante 57 días, 47 en terapia intensiva. Cuando llegó al hospital, el cuadro había empeorado: tenía la espalda y el cuello arqueados, los músculos contraídos en forma permanente y era incapaz de mover la mandíbula. Luego, sufrió hipertensión, taquicardia y fiebre. Tuvieron que practicarle una traqueotomía para que pudiese respirar y realizarle bloqueos para tolerar el dolor. Una vez que fue dado de alta, necesitó 17 días de rehabilitación.
Un mes después, retomó su vida normal. A pesar de haber estado al borde de la muerte –y de haber recibido información acerca de la importancia de la vacunación– la CDC informó que sus padres siguen convencidos de no vacunarlo, ni siquiera le darán una segunda dosis contra el tétanos (ya que la primera fue administrada cuando llegó a la clínica). La atención de este caso costó más de 800 mil dólares, sin contar el transporte aéreo, la rehabilitación ni la atención ambulatoria posterior. Esto es, según el organismo, 72 veces más que el costo de una hospitalización pediátrica.
Desde ConBienestar consultamos al infectólogo Hugo Pizzi, profesor titular plenario de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba (M.N. 54101, M.P. 7827) acerca del caso. Al respecto, aseguró: «El tétanos es una enfermedad terrible para quien la padece y dramática para quienes están a su alrededor. Es una patología que el ser humano dominó hace siglos. Por lo tanto, que aún existan estas cosas es algo tremendo». De todas formas, el médico destacó que el joven que decidió vacunarse a los 18 años haya llegado al Congreso de Estados Unidos para dar su testimonio. «Que sucedan estas cosas le otorga visibilidad al problema que representa el no vacunarse. En la Argentina hay varios jueces que actuaron por abandono de persona, puntualmente por no respetar la ley de vacunación obligatoria», completó.
El tétanos es una enfermedad neuromuscular causada por una bacteria. Suele estar en el suelo e ingresar al cuerpo mediante cortes en la piel. Los síntomas pueden aparecer entre los 3 y los 21 días de producida la infección, aunque en promedio se ven a los ocho. La patología provoca espasmos dolorosos de los músculos y puede causar un bloqueo de la mandíbula (es decir que el paciente no puede abrir la boca ni tragar).
La enfermedad no tiene cura y su tratamiento se basa en controlar las complicaciones hasta que desaparezcan los efectos de la toxina. Es una enfermedad prevenible gracias a la vacuna quíntuple pentavalente (contra la difteria, el tétanos, la tos convulsa, la Hepatitis B y el Haemophilus influenzae tipo b). En Argentina se aplica de forma obligatoria y gratuita a los 2, 4, 6 y 15 a 18 meses de vida. Luego, se recomienda dar una dosis de refuerzo contra el tétanos cada diez años.
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