Incorpora todo: desde el poliamor hasta el intercambio de parejas y otras formas de relaciones “abiertas”.
Cuando el interés de una pareja es sincero y la apertura del otro al cambio es real, la no monogamia consensuada puede tener éxito con pequeños pasos, una comunicación constante y la voluntad de admitir cuando algo no está funcionando.
“Se trata de la no exclusividad sexual, pero se mantiene un vínculo primordial. Estos tipos de movimientos tratan de salvar la infidelidad”, explica a Con Bienestar Viviana Wapñarsky (M.N. 24.433), psicóloga y sexóloga.
A pesar de la prevalencia de la monogamia, todo parece indicar que permanece la idea de tener relaciones sexuales con otras personas que no sean su pareja.
La no monogamia consensuada (en inglés se la conoce por su sigla CNM), tiene la base en el concepto de que ambas partes deben establecer un acuerdo sobre los límites a los que se pueden llegar. “No puedo afirmar que este tipo de parejas tenga más satisfacción sexual que una cerrada. Cuando uno tiene una pareja cerrada con la que se lleva bien, se comunica y tiene una buena vida sexual, es tan satisfactoria como el que elige otro modo”, plantea Wapñarsky.
Existen largos debates sobre si la monogamia es “natural” o no en los seres humanos. Hay que saber que en la naturaleza, existen muy pocas especies realmente monógamas y ninguna de ellas es cercana al ser humano. “Es una cuestión cultural que se produjo con los años. En la antigüedad, las personas tenían parejas abiertas o incluso, había comunidades donde no existía esta cuestión de ‘mi pareja’”, detalla la sexóloga y afirma que es una de las razones por las que existe la infidelidad: no es algo instintivo del ser humano.
Parejas a prueba
Un estudio reciente sobre la no monogamia consensuada consistió en hacer cuestionarios sobre la relación y satisfacción sexual a un grupo de personas que habían considerado mantener relaciones abiertas. Se les hicieron las mismas preguntas sobre su nivel de satisfacción en sus vidas sexuales, y, también, sobre si habían abierto su relación.
“Para las personas que querían abrir su relación y que terminaron haciéndolo, su satisfacción fue significativamente mayor”, dice Samantha Joel, profesora asistente de psicología social en la Western University de Londres, Canadá.
“En tanto, para las personas que lo pensaron, pero no lo hicieron, su satisfacción disminuyó, pero no significativamente”, indicó Joel.
La conclusión de Joel es que una vida sexual de calidad con una pareja secundaria aumenta la satisfacción con la pareja principal, porque se elimina la presión de que una sola persona tenga que proporcionar todo su disfrute.
“Para poder plantearse este tipo de acuerdos, la pareja debe estar bien consolidada. No se puede abrir una pareja para resolver problemas y menos de índole sexual. Hay que ir probando de a poco, y preguntarse si son felices con lo que van consensuando. Si se plantea así, la pareja puede enriquecerse”, cierra la especialista.
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