¿Por qué comer siempre en soledad puede afectar la salud?

No tiene nada de malo tener y disfrutar de tiempo a solas, pero si en el tiempo libre que se pasa en solitario siempre está la comida presente, este hábito puede poner en riesgo el bienestar.

Muchas personas se saltean el almuerzo o la cena y después ante el hambre que ataca de improviso terminan comiendo cualquier cosa que tienen a mano. No disfrutaron de su alimento y se sienten mal, pesados, comieron rápido y les cayó mal, o con frustración por no haber podido cumplir su objetivo de nutrirse en forma saludable. Y además están comiendo solos.
“De hecho, la soledad puede ser una aliada o un problema a la hora de alimentarse. Porque si bien es cierto que por un lado no están las tentaciones que suele haber cuando se comparte la mesa con alguien que descuida su alimentación, por el otro tampoco se cuenta con el espejo de otro, ni la conversación que hacen del comer un acto social, donde se le resta al alimento su rol protagónico.
Incluso, hay nuevas investigaciones que encontraron una relación entre el hábito de comer en solitario y el riesgo cardiovascular”, afirm la Lic. María Florencia Ramos, licenciada en Nutrición y especialista en nutrición orthomolecular.

Más propensos a enfermedades
Según un estudio sobre 7.725 adultos realizado por un equipo del Hospital Ilsan de la Universidad Dongguk en Seúl, Corea, existe una correlación directa entre las personas que comen solas y la presión arterial alta y los niveles altos de colesterol.
Aunque los resultados mostraron que los efectos de la comida solo son más frecuentes en los hombres, lo que los hace un 64 por ciento más propensos a contraer el síndrome metabólico, las mujeres también son afectadas: el 29 por ciento de las mujeres solteras mostraron una alta probabilidad de desarrollarlo.

¿Qué hacer si uno vive solo?
Por supuesto la solución no es buscar cualquier compañía. Pero hay muchas buenas costumbres que se pueden adoptar para hacer del momento de las comidas un hecho saludable.
1. Organizar la cocina y la heladera. No llegar a casa y darse cuenta de que está vacía y terminar llamando al delivery. Dedicar un día por semana a ir a la verdulería y tener alimentos saludables, como cereales, arroz, huevos y carnes desgrasadas cocidas y freezadas.
2. Planificar las compras y hacerlas sin tener hambre, para no “comprar con los ojos”. A menudo entonces es cuando compramos lo que no nos hace bien.
3. Detectar en el barrio alguna rotisería, supermercado o lugar de comida al peso que ofrezca bandejas de frutas, ensaladas, verduras y legumbres cocidas, arroz y carnes horneadas, para comer rico y sano.
4. No comer mirando la tele o la computadora. Poner la mesa y sentarse a comer con tranquilidad. Poner una música tranquila, tomarse el tiempo necesario. Darse el tiempo para asimilar los alimentos y digerirlos correctamente.
5. Dejar los alimentos más placenteros para compartir con otros. Esa picada, ese postre, ese chocolate que si bien no es nutritivo, se puede incluir en una dieta saludable, en su justa medida y resulta un deleite comerlos en compañía, en una situación social; eso le va a agregar un plus a la experiencia.

 

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