Desde el inicio de la pandemia, las reuniones virtuales se hicieron habituales, generaron la proliferación de aplicaciones y su uso intensivo afectó a la visión.
El año pasado, pandemia mediante, se hizo habitual el uso y abuso de las reuniones virtuales. Todo momento fue propicio para el encuentro online con familiares y amigos. Las redes sociales buscaron ampliar su base ofreciendo simpleza al momento de transmitir y algunas aplicaciones, directamente, picaron en punta y se posicionaron con una mejor oferta y popularidad.
Por otra parte, el aula escolar se trasladó de lo presencial a lo virtual. Lo que significó para docentes y alumnos una acumulación no esperada de horas frente a la pantalla, en una transición que implicó un cambio no solo en lo que refiere al aprendizaje, también una adaptación desde lo físico y emocional.
Frente a este panorama, la oftalmología comenzó a estar atenta a la espera de una mayor demanda de consultas por las patologías oculares agazapadas que se vieron exacerbadas por las circunstancias. Y así ocurrió. El oftalmólogo Pedro Piantoni (M.N. 91.232) comentó que el confinamiento “expuso nuestros ojos frente a diversos aparatos electrónicos”, lo que adelantó la aparición de síntomas oculares.
En ese sentido, Piantoni remarcó que “una mayor exposición del globo ocular durante la fijación al mirar de cerca, disminuye el gran reflejo protector que es el parpadeo”. Este movimiento humedece la córnea y, como consecuencia de su disminución, aparecieron síntomas que pasaban desapercibidos como el ojo seco y otras enfermedades como pequeños grandes vicios refractivos: miopía, astigmatismo, hipermetropía. Todas unidas por un síntoma común: astenopia (cansancio visual). El especialista señaló también otros síntomas que delatan la presencia de problemas en la visión y que comenzaron a darse tempranamente: la jaqueca ocular (dolor de cabeza) y la diplopía (visión doble).
El uso intensivo y continuo de la computadora, los smartphones y las tablets alimentó o incrementó esos problemas. La virtualidad se impuso por la necesidad de seguir conectados ya sea para trabajar o para no perder nuestros vínculos. La mayoría no estaba pensando ni calculando las consecuencias que podía traer a la visión. Por la distancia social impuesta, tampoco tuvimos opción de elegir la forma de comunicarnos.
Para mitigar los efectos, Piantoni recomendó la aplicación de “la regla 20/20/20 de la Asociación Americana de Oftalmología” que significa “20 minutos de exposición, 20 segundos de relajación y 20 feet (que en su traducción a la práctica sería mirar al infinito para descansar la vista). También, sostuvo la importancia de la postura y la distancia frente a los dispositivos electrónicos como mecanismo para evitar males mayores: “La mejor posición es ubicar el dispositivo en paralelo a la altura de los ojos (sin mirar hacia arriba ni hacia abajo) y a una distancia mayor a 45 centímetros”.
Los síntomas descritos estuvieron siempre pero aumentaron por el impacto de la virtualidad en los ojos. “El problema se irá atenuando y se detendrá su progresión”, señaló tras recomendar un examen oftamológico anual como medida preventiva.
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