Los dermatólogos advierten que el auge de estos materiales no dan respiro a la piel ya que sus capas son más gruesas.
Se presenta con erupción y picazón. Según un estudio los casos aumentaron la frecuencia a partir de los llamados esmaltes permanentes que contienen acrilatos UV curables, es decir aquellos que precisan luz para su fijación.
«Identificar el disparador es esencial para el correcto asesoramiento que se debe dar. Para tratar la erupción es clave evitar aquello que pueda provocarla. Si no es posible evitar dichos factores, la erupción puede volverse crónica, y generar un daño mayor a la calidad de vida», explica a ConBienestar la doctora Patricia Della Giovanna (MN 71402), Directora de la carrera de médicos especialistas en Dermatología de la UBA y presidenta del Comité Organizador de la 37ª “Reunión Anual de Dermatólogos Latino Americanos.
Los acrilatos son materiales plásticos que están formados por la polimerización de monómeros derivados del ácido acrílico o metacrílico. El mayor riesgo es que tienen una reacción cruzada entre ellos, ya que una sensibilización puntual a un alérgeno concreto puede asociarse a otros y repercutir en la vida del paciente e incluso de las profesionales que lo manipulan.
Estos productos son agresivos, sellan las uñas y eso puede favorecer que proliferen los hongos: los esmaltes clásicos son menos nocivos, aunque duren muy pocos días en buen estado. Entre uno y otro esmaltado es conveniente dejar que las uñas naturales vuelvan a crecer y se reparen. Se puede alternar manicura permanente con otra de esmaltado normal, o incluso manicura sin esmaltado.
«En la dermatitis de mano, se recomienda evitar el lavado de manos excesivo y usar cremas humectantes no irritantes. También se indica el uso de jabones suaves, hidratantes y detergentes sin perfumes», recomienda Della Giovanna.
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