Llegó a estar internada y moverse en silla de ruedas. Sus órganos están afectados, pero se va recuperando con la ayuda de la familia y los profesionales.
“Hoy recién me animo a mostrar estas fotos, y con orgullo. Prefiero estar así y no como 4 años atrás”, dice un tweet que obtuvo en sólo unas horas más de 150 mil likes. Su autora se llama Delfina Carle, está cerca de cumplir 18 años, y se enfrentó a la anorexia desde muy jovencita. Ahora, decidió compartir su historia para brindar un mensaje motivador a chicas y chicos que puedan estar pasando por la misma enfermedad.
La historia de Delfina es clave para demostrar que con acompañamiento médico, familiar y el apoyo de amigos, se puede salir adelante y recuperar la salud. El camino puede ser duro, como explicó en diálogo con ConBienestar, pero tiene una salida.
“Cuando arranqué con anorexia tenía 13 años. La verdad es que yo no me daba cuenta de lo flaquita que estaba ni del peso. No le daba importancia. Mi familia me advertía, me decía ‘mirá que estás flaca, te puede pasar esto, te puede pasar aquello’. Algunos conocidos me decían que coma un poquito más o me preguntaban si tenía problemas… En ese momento no tenía noción ni tomaba conciencia de lo que podía pasar. Un día de 2015 fui a Buenos Aires hacerme unos estudios normales, unos análisis de sangre”, nos cuenta la joven de Daireaux, provincia de Buenos Aires.
Su llegada a Buenos Aires: el inicio del camino
Los médicos que la atendieron le dijeron que tenía que quedar internada. “Me dijeron que no me podía ir con tan bajito peso a la calle, que no podía ni caminar y ahí como que caí en cuenta”, recordó Delfina. “No entendía nada, lloraba, lloraba y lloraba. Era como que ahí todos nos dimos cuenta de que realmente era una enfermedad que me estaba comiendo la cabeza”.
“Estuve internada 15 días con una sonda. Me ayudaron mucho los médicos. Entre ellos, estaban mi tío que trabajaba en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires y mi papá que también es doctor. Recibí el amor y apoyo de mis padres, mis abuelos, amigos de mi papá, mis primos, mi novio, un montón de personas que me fueron a ver.
Fue un inicio de recuperación duro, explicó Delfina. “Durante esos días me tenía que mover en silla de ruedas, porque no podía gastar la mínima energía. Ese fue el momento en particular en que creo que hice el click. Fue muy raro, de repente me vino una lluvia de ‘qué me pasó’, ‘qué estoy haciendo’. No entendía nada. Todo eso se sumó a cuando me hacía los primeros análisis, cuando me pusieron suero… todas cosas que me hacían decir: ‘No me puede estar pasando’”.
Según expertos del Hospital Italiano de la Ciudad de Buenos Aires, los Trastornos de la Conducta Alimentaria son enfermedades psiquiátricas cuyos síntomas se relacionan con la imagen corporal y los hábitos de alimentación, además de las dificultades afectivas y de relaciones interpersonales. Pueden producir secundariamente graves alteraciones clínicas. Las dos enfermedades más comunes son la Anorexia Nerviosa y la Bulimia Nerviosa. Son enfermedades graves ya que casi la mitad son crónicas y hasta un 10-15% de las personas que las padecen se muere a causa de ellas.
Un largo proceso: desmayos, neumonía y órganos dañados
Delfina debió soportar un largo proceso de recuperación que aún continúa. “Tuve bastantes desmayos. Me tenían que pesar cada dos días, me sacaban sangre cada 5 minutos. Me tenían que despertar todas las noches. Después me agarró neumonía. Fue un momento horrible. No fue fácil. Sigo con secuelas. En mi interior, mis órganos están todos dañados y si bien de a poquito los voy recuperando, pero secuelas siempre quedan”.
“Aún hoy me cuesta… Si bien me acepto a mí misma, me cuesta mucho si me dicen un comentario feo, si me dicen cosas feas… me sigue costando”, añadió.
El mensaje para motivar a quienes también sufran de anorexia
“El mensaje que les dejo a quienes pasen por lo mismo es que no se lo oculten para ellos mismos”, comparte Delfina para otras u otros jóvenes en situaciones similares. “Que no digan ‘no, no es nada’ o ‘ya se va a pasar’ o que crean que es un tema pasajero de adolescentes, porque esto lo creen muchos padres y no es así. Es una enfermedad y es dura y te cambia la vida totalmente porque yo desde hace cinco años soy totalmente otra persona. Y duele porque dejé atrás un montón de amistades, de familiares, deje un montón de personas que realmente me querían y me perdí un montón de fiestas, de eventos, de cosas lindas.
Que disfruten la vida y que no repitan el error que yo cometí. Si están pasando por esto mismo, pidan ayuda, aunque cueste hablar y decir lo que pasa”.
Carle pasó por este proceso con familiares y con ayuda profesional de un psicólogo y una psiquiatra de AABRA. Pasó por un centro de rehabilitación, entre otros tratamientos. Delfina considera que su caso puede ayudar a otras personas y hace hincapié en hablar a tiempo: “Aunque sea una mínima pavada del tipo ‘no quiero comer esto porque pienso que me va a engordar’, hay que pedir ayuda, es muy importante. Así aprendí que si me pasa algo, voy y lo hablo enseguida. Es importante decir lo que uno siente y lo que le pasa por dentro”.
ANOREXIA: causas, síntomas, tratamientos
Según contó la directora de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba), Mabel Bello (MN 36.440) a ConBienestar, este tipo de trastornos alimenticios es cada vez más común en nuestro país. Los datos de la organización consignan que hubo un aumento de casos en la población femenina: se pasó de un 9 por ciento con esta patología a un 12.
Se desconoce la causa exacta de la anorexia aunque los expertos creen que la etiología de este tipo de trastorno es multifactorial. Sería el resultado de la combinación de algunos de los siguientes factores: socioculturales, biológicos-personales (frecuentes en personas con ciertas enfermedades clínicas u enfermedades psiquiátricas); entorno familiar.
Los síntomas más comunes en general son: miedo intenso a subir o mantener el peso, restricción alimentaria en cantidad o variedad, atracones, aumento de la actividad física, consumo de diuréticos o laxantes, conductas «raras» en torno a la comida (por ej., cortar todo muy pequeño, tomar agua helada, comer solo, prepararse su propia comida), alteración en la percepción de la propia imagen corporal. También puede haber complicaciones clínicas/metabólicas: falta de menstruación, caída del cabello, uñas quebradizas, hasta enfermedades graves como infecciones, pericarditis, arritmias. Y se puede presentar, según el caso, cierta “disfunción socio-laboral”, dificultad en las relaciones con amigos y familiares (peleas, alejamiento, etc) y hasta alteraciones en el rendimiento escolar o laboral.
El tratamiento es siempre interdisciplinario. Se interviene conjuntamente desde Psiquiatría, Nutrición y Ginecología. El tratamiento suele incluir: psicoterapia individual, apoyo familiar y seguimiento nutricional y ginecológico. Muchas de las personas necesitan además ser medicadas con psicofármacos. Además es clave la formación de un frente en común de familiares y amigos.
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