Las crisis epilépticas pueden variar de acuerdo al área del cerebro donde se originen. Desde Sanatorio Allende te contamos más sobre esta enfermedad neurológica.
La Epilepsia es un trastorno del sistema nervioso central que se caracteriza por la presencia de crisis epilépticas a repetición que suelen durar segundos o poco minutos. Las mismas se producen cuando un conjunto de neuronas presenta una descarga eléctrica excesiva y transitoria que se traduce, en la mayoría de los casos, en una alteración de la función motriz y conductual del individuo. A grandes rasgos, se pueden diferenciar dos tipos de crisis: por un lado, las generalizadas, que se originan en alguna zona concreta del cerebro, pero rápidamente afectan a otras regiones en forma bilateral; y por el otro, las focales, en las cuales la descarga comienza y permanece durante unos segundos/minutos en una zona concreta.
Existen diferentes tipos de crisis generalizadas. Una de ellas es la Crisis Generalizada Tónico Clónica (conocida actualmente como Bilateral Tónica Clónica y popularmente como convulsión). Ésta se caracteriza por pérdida de conocimiento, caída, rigidez muscular sostenida (fase tónica) y sacudidas musculares rítmicas de los cuatro miembros (fase clónica). Finalizada la crisis, continua un periodo que puede durar varios minutos, en el cual la persona recupera progresivamente la consciencia (fase post-ictal).
Existen otras crisis que resultan menos llamativas, pero más frecuentes; este es el caso de las crisis focales. En ellas, la persona puede no percibir lo que sucede a su alrededor, presentando confusión, o mirada perdida, entre otras manifestaciones. Sin embargo, no en todas las crisis se registra pérdida de consciencia.
Si bien los episodios suceden en forma súbita e inesperada, en algunos casos, el paciente experimenta una sensación previa a sufrirlo, llamada aura epiléptica.
Esta percepción interna que tiene la persona, aun estando consciente, le indica que la crisis ya se inició en alguna parte del cerebro. Cabe destacar que no todas las auras progresan a una alteración de consciencia.
Muchas veces los términos de epilepsia y convulsión son utilizados como sinónimos, pese a no ser lo mismo. Al hablar de epilepsia se hace referencia a una enfermedad crónica en la que hay una predisposición a presentar crisis epilépticas que no son provocadas por una alteración aguda del cerebro. Si bien las crisis convulsivas están presentes en la epilepsia, también pueden manifestarse ante determinadas agresiones en el sistema nervioso central, como por ejemplo corto tiempo después de un traumatismo de cráneo, al padecer hipoglucemia, por un ACV, meningitis, etc. En estos casos, se habla de crisis provocadas o Crisis Sintomáticas Agudas.
¿Cuáles son las causas?
La epilepsia puede ser causada por condiciones genéticas, lesiones del cerebro (traumatismos, accidentes cerebro vasculares, tumores), alteraciones metabólicas, inmunológicas, infecciones, y factores desconocidos.
Aunque esta enfermedad puede iniciarse en cualquier momento de la vida, es más probable que comience en la niñez y en la tercera edad.
La mayoría de las crisis ocurren de manera espontánea y no se pueden prevenir. Sin embargo, existen factores externos que predisponen a que una persona que padece epilepsia sufra una crisis. A esos agentes se los define como desencadenantes y, entre los más frecuentes, se pueden mencionar: olvidar tomar la medicación, falta de sueño o cansancio excesivo, cambios hormonales, emociones intensas o estado de estrés y exceso de alcohol.
¡A tener en cuenta!
En la mayoría de los casos, las personas que sufren una crisis epiléptica se recuperan rápidamente en minutos, por lo que no es necesario llamar a un médico. Sin embargo, se debe recurrir al servicio de emergencia si:
La crisis dura más de 5 minutos.
Es la primera vez que sucede un ataque epiléptico.
La recuperación es lenta, se presenta otra crisis, o la persona tiene dificultad para respirar.
Es una mujer embarazada o la persona tiene otra enfermedad.
Existen signos de lesión.
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