Antes de ser empleado en cosmética, este producto ya fue usado en el tratamiento de enfermedades. Permite mejorar de forma importante la calidad de vida de las personas con esta enfermedad.
La hiperhidrosis es causada por una falla del sistema nervioso simpático. Esta situación produce que el organismo genere más sudor del que necesita para regular la temperatura corporal. Está relacionado con factores como la tensión nerviosa, la tiroides o la genética.
Afecta por lo general, a las palmas de las manos, axilas, plantas de los pies y región facial, las regiones donde hay más densidad de glándulas sudoríparas. El 60 por ciento de los afectados por esta alteración son mujeres, por lo que se sospecha que pueda tener relación con aspectos hormonales.
La toxina botulínica fue empleada antes en el tratamiento de enfermedades antes de ser empleada en usos cosméticos. Hay diversas aplicaciones terapéuticas de la toxina: la eliminación del exceso de sudoración, el control de la incontinencia urinaria, el tratamiento de la migraña o la eliminación de tics.
En el caso de las axilas, no suele ser necesaria anestesia previa y el paciente hace vida normal después del tratamiento. Los efectos duran aproximadamente un año.
Son muchas las personas que, después de recurrir a distintas opciones para intentar remediar este problema, como medicamentos o antitranspirantes, se ven obligadas a recurrir a la cirugía para solucionar la sudoración excesiva. Sin embargo, el uso de toxina botulínica puede ser la gran alternativa contra la hiperhidrosis: es un procedimiento que produce satisfacción en el paciente y permite mejorar de forma importante su calidad de vida.
Consiste en un bloqueo de la transmisión nerviosa en la unión neuromuscular. En consecuencia, cesa la producción de sudor entre el segundo y cuarto día después de la infiltración. Es de fácil aplicación, con mínimos efectos secundarios.
Se aplica mediante microinyecciones en la zona a tratar, la sesión dura unos 20 minutos y puede realizarse de forma ambulatoria. En el caso de las axilas, no suele ser necesaria anestesia previa y el paciente hace vida normal después del tratamiento. Los efectos duran aproximadamente un año.
(*) La doctora Jimena D. Frasso (MN 134797), es Médica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), especialista en Medicina Legal de la UBA, especialista en Oftalmología Universidad Maimonides, Médica ex concurrente en Oftalmología del Hospital General de Agudos Parmenio Piñero, Médica con especialización continua en Medicina Estética y regenerativa. Consultora médica y perito de parte del GCBA, desempeñando función en la Procuración General del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires coordinación pericial.
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