La herpangina es una infección vírica muy contagiosa en la infancia, que puede ser muy molesta para los niños porque provoca fiebre y llagas en la boca y las amígdalas. Aprende a identificar sus síntomas y cómo se trata.
La herpangina es una de las infecciones más comunes de la infancia, especialmente entre los niños de dos a ocho años. Se trata de un tipo de faringoamigdalitis vírica producida por el virus Coxsackie A, que se caracteriza por fiebre elevada y la aparición de unas vesículas en la cavidad oral (paladar duro y blando, amígdalas, y a veces también en la lengua y cara interna de las mejillas). Estas vesículas posteriormente se ulceran dando lugar a unas llagas (también llamadas aftas), que son muy dolorosas y pueden causar dificultades para que el niño trague con normalidad, tanto líquidos como sólidos, y dolor de garganta.
Cómo se contagia la herpangina en los niños
El virus Coxsackie A es un virus muy habitual entre los niños, que circula sobre todo durante los meses de otoño y primavera, y se contagia muy fácilmente a través de la saliva y las secreciones respiratorias, por lo que es muy contagioso entre los niños de corta edad que se llevan continuamente las cosas a la boca, y es frecuente que se produzcan varios casos en una misma clase de la guardería o del colegio.
Llagas en la boca por herpangina
El virus responsable de esta enfermedad infecciosa es de la misma familia que el que provoca la enfermedad manos pies y boca, una patología muy habitual durante la primavera en las escuelas infantiles. A diferencia de la anterior, en la herpangina las úlceras y aftas están limitadas a la cavidad oral y no afectan al resto del cuerpo.
Síntomas de la herpangina
El periodo de incubación de la enfermedad dura unos 5-7 días, en los que el niño puede tener síntomas de herpangina similares a un catarro: tos seca, algo de mucosidad y décimas de fiebre, y la fase aguda de la enfermedad se caracteriza por:
Fiebre: normalmente no suele dar fiebre muy alta, menos de 39ºC, y que baja bien con antitérmicos.
Vesículas, úlceras y aftas en la boca: lo que los padres pueden ver en las fases iniciales de la enfermedad es la aparición de unos puntitos rojos en la parte alta del paladar y cerca de la úvula (campanilla). Al cabo de uno o dos días, estos puntitos se transforman en vesículas de color blanquecino. Al romperse, las vesículas dejan una úlcera que es muy dolorosa, por lo que los niños pueden negarse a comer o beber, ya que les resulta muy doloroso tragar.
Adenopatías o ganglios alrededor del cuello, normalmente de menos de 1.5 cm de diámetro.
Además de lo anterior, el niño puede mostrarse irritable con la fiebre, con rechazo de la alimentación, dolores musculares, cefalea, malestar general…
A diferencia de otras enfermedades víricas no hay sarpullido en la piel, sino que las lesiones se quedan limitadas a la cavidad oral.
La herpangina en sí no es peligrosa, pero en los casos en los que hay muchas aftas y no se vigila una adecuada hidratación de los niños (dándoles suero o agua en pequeñas cantidades, y alimentos que sean de fácil masticación) existe el riesgo de que puedan deshidratarse, especialmente en los más pequeños.
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