Necesitan descargar energía, pero el confinamiento los trastoca. El estado de ánimo de los niños de 1 a 5 años se altera. El Gobierno dispondría las «caminatas saludables».
En este contexto de pandemia, los chicos están sometidos a niveles de estrés fuera de lo normal debido al encierro y a la falta de clases. Por eso, es vital acompañarlos en sus necesidades de atención, inventarles juegos y tenerles paciencia hasta que puedan volver a salir.
«El aislamiento atenta totalmente contra la salud mental del chico y de la familia», afirma a Con Bienestar la doctora Adriana Grande (MN. 58804), psicoanalista, y agrega que para los más chiquitos es clave tener estímulos sensoriales, el aire, los colores, olores, ver otras personas, aunque sea de lejos; «eso contribuye a su desarrollo de la percepción espacial y temporal, y en las actuales condiciones se hace muy difícil».
Es tan delicado el tema que el Gobierno analiza por estas horas establecer permisos de salida y paseos breves para los chicos, por número de documento, cercanía de sus casas y tiempo acotado, para que puedan retomar contacto con la naturaleza o su ámbito urbano.
«Estoy de acuerdo y fui una de las que propuso que los chicos hagan caminatas saludables, junto a un adulto responsable que les expliquen esta nueva forma de vida, de distanciamiento social, ellos pueden absorberlo rápido», dijo esta mañana a Radio Mitre la pediatra Ángela Gentile, una de las expertas que asesora al presidente Alberto Fernández en materia epidemiológica.
Más rabietas, caprichos y cambios en el hábito de las comidas y del sueño. El punto es que hay que evitar que produzcan cambios permanentes a nivel de comportamiento o relaciones sociales, aseguran los expertos.
«Al salir producimos neurotransmisores que nos permiten estar en calma, que nos ayuda a gestionar el estrés. Se genera más cortisol, que produce nuestro cerebro y nos hace sentir mejor, más en control, con una sensación de bienestar. También estimula una proteína que se llama BDNF que nos ayuda a tener mejor memoria, que al final se traduce en aprendizaje», detalla Carina Castro Fumero, neuropsicóloga pediátrica.
A esta altura, la actividad física es irreemplazable y está comprobado que hace que las endorfinas aumenten, sumando buen humor y alegría. Incluso permite fortalecer el sistema inmunitario.
«Sabemos que los chicos de uno a cinco años son pilas cargadas que necesitan descargar su energía cada día. Creo que este es uno de los máximos desafíos», señala la doctora Grande y propone: «saltar en la cama, armar circuitos dentro de casa, la bañera es un gran recurso para jugar entretenidos con chiches y si tenemos un balcón, patio, terraza o jardín somos privilegiados que podemos decir: ¡salgan afuera! Esa es la nueva calle o plaza», concluye.
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