Es una pregunta que muchos se hacen. Con las bajas temperaturas, ¿cambian los virus, mutan, o somos nosotros los que cambiamos?
Es inminente la llegada de la temporada otoñal y con ella, la baja de las temperaturas que llega con el invierno. Una de las preguntas que más se escucha en estos momentos es ¿qué debemos esperar con la llegada del frío con respecto al nuevo coronavirus (Covid-19)? Muchos piensan que esta familia de virus se ve favorecida por la llegada del invierno para “invadir” nuestro organismo, que con ese clima “son más agresivos o virulentos”.
“Les afirmo que el virus no cambia, no muta, con el frío no se convierte en un propagador de la enfermedad, la agresividad es la misma, pero sí debo decir que los que cambiamos somos nosotros, los seres humanos frente a ese contexto”, explica a Con Bienestar el doctor Carlos Di Pietrantonio (MN 73621), médico epidemiólogo, máster en Salud Pública y ex director del Hospital Nacional Alejandro Posadas.
Cómo afecta el frío nuestra salud
«Cuando la temperatura desciende por debajo de los 15 grados, se desencadenan en el organismo una serie de cambios. Por cada grado que desciende, las muertes en las poblaciones de riesgo aumentan cerca de un 1 a un 1,5 por ciento, y no sólo debido a gripes», explica Di Pietrantonio.
Con el frío aumentan también los infartos y los accidentes cerebrovasculares, y las personas más vulnerables a estos cambios son los ancianos y los sujetos con su sistema inmune comprometido.
En cuanto al resfrió común estacional, el aire frío aumenta y hace más densa la mucosidad del tracto respiratorio, lo que produce que sea menos efectiva para deshacerse de los virus. Estos factores ambientales, los cambios de humedad, la presión atmosférica y otras instancias, provocan que nuestro cuerpo cambie, a esto se le suma la disminución de la radiación UV, que también contribuye a favorecer la multiplicación viral.
Estas situaciones descriptas por el doctor Di Pietrantonio promueven:
· Inmunosupresión: las bajas temperaturas provocan que las defensas disminuyan en el cuerpo, facilitando así el ingreso de microorganismos como el neumococo y virus como el de la Influenza o el coronavirus.
· Mucosidad abundante: el frío inmoviliza los cilios, que normalmente barren el moco de las fosas nasales hacia la parte posterior de la garganta.
· Problemas circulatorios: con el objetivo de conservar la temperatura corporal ante el frío, como respuesta natural del organismo, los vasos sanguíneos se contraen. Esto, junto con el aumento de la presión arterial, “hace que nuestro corazón tenga que bombear con más fuerza para realizar su función, favoreciendo la formación de coágulos y trombosis vasculares”, detalla.
· Piel seca y agrietada: disminuye la barrera natural de la piel como medio de defensa.
· Dolores articulares: los músculos, al permanecer más tiempo contraídos, generan dolor y molestias en diversas partes del cuerpo.
Temperatura y propagación
Los virus tienen una cierta estacionalidad con un aumento en la propagación. Se da un pico en la estación fría y una menor afectación en la época cálida. Esto se debe a que la humedad y las bajas temperaturas favorecen las transmisiones, y en aquellas personas con factores de riesgo pulmonar, se agrava el estado de quienes los presenten.
En resumen, el virus frente al frío no cambia, cambia nuestro organismo. Y cambian nuestras costumbres: permanecemos más tiempo en ambientes cerrados, no ventilados, con menor humedad. “Estos cambios de hábitos humanos sí favorecen la propagación del virus”, advierte el médico epidemiólogo.
“Muchos, y con lógica, están preocupados por el contagio en chicos, cuando la evidencia epidemiológica muestra que la patogenicidad del virus en los chicos es baja, aunque esta incidencia varía según las poblaciones, sobre todo porque desconocemos la posibilidad de mutaciones que tiene el virus en su estructura”, finaliza Di Pietrantonio, que basó sus afirmaciones en la experiencia que dejó la Gripe A, un “familiar” cercano del Covid-19.
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