Claves para el manejo de la ansiedad en tiempos de incertidumbre

La angustia y el miedo aparecieron en escena confrontándonos con nuestra vulnerabilidad. Frente a este escenario, surgen un sinfín de preguntas sin respuestas certeras.

Un día nos despertamos y todo había cambiado, la velocidad en la que veníamos no nos permitía darnos cuenta de que algo estaba sucediendo. Pero esto no es nuevo; hace mucho tiempo que los seres humanos hemos perdido nuestra naturaleza humana, dejamos de mirarnos, de empatizar, de ayudar y ayudarnos. Comenzamos a correr sin un rumbo claro y navegamos por aguas abiertas sin un horizonte definido.

“No tengo tiempo” era la frase de cabecera, antes de que el mundo –literalmente- se detenga. Esta situación, lentamente, mostraba que los índices de trastorno de ansiedad eran cada vez más altos. A tal punto que, hoy, se considera el trastorno prevalente en la Argentina. Y sin darnos cuenta, todo se detuvo y la incertidumbre se apoderó de cada uno de nosotros. Paramos de golpe, pero la inercia continua y con ella la ansiedad ante la situación actual.

La angustia y el miedo aparecieron en escena confrontándonos con nuestra vulnerabilidad. Frente a este escenario, surgen un sinfín de preguntas sin respuestas certeras. Es que, de pronto nos cambiaron las preguntas. Por primera vez en la historia la humanidad se confronta en simultáneo con un nuevo paradigma. Nadie sabe las respuestas, y entre todos tenemos que encontrarlas.

Ante este panorama la primera pregunta que surge es ¿por dónde empezar?

Siguiendo las enseñanzas de Brother David, monje benedictino, los invito a realizar una práctica que tiene tres pasos y que puede ayudarnos en estos tiempos: parar- observar- seguir (Stop- Look- Go).

Este quizá sea el primer desafío, comenzar a hacernos las preguntas esenciales; mirar lo cercano, lo que hay; darnos la oportunidad de volver a encontrarnos, con nosotros y con los otros. Este ejercicio no es sencillo ni fácil, requiere de un tiempo de acomodación a la nueva situación. Todo sucede en simultáneo y corremos el riesgo de no ver con claridad.

El siguiente desafío es la calma, y para alcanzarla no podemos negar la realidad que estamos viviendo. Tampoco podemos cambiar los hábitos de un día para otro. Y en este proceso, pueden aparecer todas las emociones juntas. Calma, compartámosla; es parte del proceso. Es clave identificar las emociones, ponerles un nombre. Estamos atravesando un duelo y es esperable sentir, dolor, enojo, frustración. Es parte de este tiempo.

Tenemos una ayuda: nos tenemos que quedar en casa. Y es importante que abramos nuevos espacios y organicemos nuevas rutinas que nos permitan ordenarnos. También, es crucial establecer diferentes espacios de: ejercicio, juego, silencio, oración y descanso, como también tiempos para compartir con la familia y otros para estar solo.

Este es un tiempo único en la historia, es una oportunidad para volver a casa. Aprovechemos para ordenarla por dentro y por fuera; seamos pacientes, es un tiempo de siembra. Seguramente, la cosecha se verá en una nueva época que aún no sabemos cuándo será.

Y este proceso interno de cada uno dará paso al tercer desafío: seguir. Seguir con mayor claridad y con espíritu renovado, comprendiendo que nos necesitamos entre todos y que seremos cada uno, desde su lugar, protagonistas de un nuevo orden.

 

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