El mes de mayo se instaló como el momento para hablar de esta práctica. Los beneficios de descubrir el propio cuerpo.
Chau al tabú de la masturbación: buenas razones para sacar del clóset al autoerotismo
«La masturbación es algo que forma parte de la sexualidad humana y tal vez debería ser enseñada en la escuela». Esta fue la frase que Joycelyn Elders, pediatra y Secretaria de Salud del ex presidente norteamericano Bill Clinton, pronunció en 1994 en las Naciones Unidas. Le valió el despido (por parte del mismo presidente que luego protagonizaría un escándalo sexual con Monica Lewinsky en la Casa Blanca); pero desde el año siguiente una marca instaló el 7 de mayo como el «mes de la masturbación» en Estados Unidos, mientras que en otros países directamente se celebra el 28 del mismo mes.
Aún se sigue hablando poco de esta práctica, cuesta abordar el tema entre padres e hijos, y es aún más tabú cuando se trata de las mujeres. Se presupone que los varones adolescentes lo hacen, pero no tanto las chicas. La serie británica Sex Education (Netflix, 2019) aborda la masturbación femenina de una manera descontracturada en el marco de la historia que cuenta cómo un adolescente poco popular y sin experiencia en el tema (Asa Butterfield) se convierte en el terapeuta sexual de sus compañeros tras escuchar cómo su madre (Gillian Anderson) aconseja a sus pacientes. En uno de los capítulos, el protagonista sugiere a una de las estudiantes que intente conocerse a sí misma para pasarla mejor durante las relaciones con su pareja… Y los resultados son más que alentadores.
Cuando se habla de la Ley de Educación Sexual en las Escuelas (ESI), hay personas que se sorprenden de que «se les enseñe a los chicos a tocarse», pero no observan que esa educación los protege del abuso sexual cuando les enseña a poner límites y a contar posibles abusos. En diciembre del año pasado el Papa Francisco dijo que “la masturbación ya no se considera pecado, que la Iglesia debe abrir su mente y actualizarse con la vida»; aún así, todavía hay que hacer mucho por sacarla (especialmente femenina) del clóset. Y por valorar al gran protagonista de toda esta historia, el órgano destinado al placer por excelencia: el clítoris.
«La autoestimulación, las caricias eróticas, el descubrimiento de la propia estimulación y zonas erógenas facilita ampliamente el conocimiento que tenemos de nuestro propio cuerpo, no sólo de los genitales, sino del resto de las zonas erógenas», dice la psicóloga y sexóloga Mariana Kersz, directora de ClinicaDeParejas.com. Detalla algunos beneficios concretos de esta práctica:
– Libera hormonas del placer: sentir un alto nivel de placer tiene que ver con los neurotransmisores, del mismo modo que cuando tenemos relaciones se liberan hormonas como la dopamina, que es la encargada de las sensaciones placenteras, endorfinas, adrenalina, etc.
– Facilita el autoconocimiento: practicar ayuda a reconocer las zonas erógenas, los puntos que durante el sexo muchas veces no son explorados. Masturbarse y darse placer es una cuestión de gustos personales, por lo tanto, la propia experimentación genera que se afiance el saber sobre uno mismo, entendiendo cómo funciona su propio cuerpo ante diferentes estímulos y sensaciones.
– Libera la tensión y reduce el estrés: es un excelente ansiolítico, al liberar hormonas relacionadas con el bienestar y el placer, un gran aliado en nuestro desarrollo personal.
– Fortalece el sistema inmunológico: los altos niveles de cortisol que se liberan durante la masturbación mantienen las defensas altas.
En cuanto a la pareja, dice que «despejar tabúes en relación a la autoestimulación genera un nivel mayor de compromiso y confianza en la relación, aumenta los niveles de intimidad y posibilita encuentros sexuales mucho más placenteros, donde se habilite la autoestimulación como ejercicio normal y saludable para que ambos puedan practicarlo cuando no están juntos, mientras aumentan los niveles de deseo para futuros encuentros sexuales de a dos».
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