Es más frecuente en niños que en adultos; las maneras de actuar para cuidar a la persona sonámbula
Guillermo Murphy, psicólogo de 39 años, es sonámbulo desde que tiene uso de razón. Esta condición que le apareció de chico, aún continúa. Y entre las tantas situaciones que atravesó en este estado, hay dos en particular que recuerda como si hubiesen sido ayer: “Un día cuando tenía 12 años, me quedé a dormir en el departamento de mis primos que vivían en un séptimo piso. Esa noche soñé que me perseguía un carro tirado por caballos. Entonces me levanté -dormido- y enfilé directo hacia la puerta del balcón para escapar, pero que por suerte no pude abrir. En ese tironeo con el picaporte, mi tía escuchó y vino asustada. Me despertó y me llevó de vuelta a la cama”, cuenta Murphy. Al día de hoy, dice entre risas, “cada vez que voy a Buenos Aires y me quedo a dormir en su casa, me tapa todas las ventanas con almohadones”.
El segundo episodio que vivió lo cataloga como “de riesgo”. Fue en plena adolescencia mientras dormía en su casa con sus padres y hermanos. “Soñé que alguien me llamaba, me levanté, empecé a caminar, salí de mi casa, me subí al techo, crucé la medianera y bajé a la vereda, donde me desperté. Había salido con el acolchado encima y las zapatillas puestas y le tuve que tocar el timbre a mi papá para que me abriera la puerta”, relata Murphy. Según comenta, no tiene del todo claro cuál es la causa exacta de este trastorno, pero si de algo no le quedan dudas es que su sonambulismo le produce sufrimiento “a los que están al lado mío, no a mí”, confiesa.
Situaciones como estas abundan. Pero ¿cuáles son sus causas? ¿Se puede prevenir? ¿Cómo hay que comportarse cuando se vive con alguien sonámbulo?
La Fundación del Sueño de los Estados Unidos define al sonambulismo como una alteración en el comportamiento mientras se duerme. Según mencionan, ocurre con mayor frecuencia en niños y las chances de tenerlo aumentan si hay antecedentes familiares, privación o fragmentación del sueño.
En términos del médico neurólogo y director del Instituto de Neurología de Buenos Aires, Alejandro Andersson, se trata de un trastorno del sueño que pertenece a la familia de las parasomnias y que aparece durante la tercera fase del sueño, específicamente en la N3 también conocida como “sueño sin movimientos oculares rápidos”. “El paciente tiene actividades motoras estando dormido, por ejemplo: camina, abre la heladera, simula trabajar”. Lo llamativo, revela Stella Valiensi, médica neuróloga del Hospital Italiano y presidente de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, es que durante estos episodios, que duran desde algunos segundos y que pueden extenderse hasta alrededor de media hora, la persona está con los ojos abiertos, aunque no es consciente de lo que ocurre y al día siguiente “no recuerda lo sucedido”.
¿Cuáles son las causas del sonambulismo?
Un estudio citado por la Fundación del Sueño de los Estados Unidos reveló que el 29% de los niños de entre dos y 13 años experimentaron episodios de sonambulismo con un pico de incidencia entre los diez y los 13 años. En el otro extremo, la prevalencia en adultos es nada más que del 4%. Otro meta análisis mencionado por la institución en donde se analizaron 51 investigaciones respecto del sonambulismo, detectó que el 5% de los chicos y el 1.5% de los adultos experimentaron uno de estos cuadros en los últimos 12 meses.
Para Pablo Ferrero, experto en medicina del sueño y laboral y director del Instituto Ferrero de Neurología y Sueño (M.N: 119.738), una de las principales explicaciones del origen del sonambulismo se funda en qué tan desarrollado está el cerebro. Por lo tanto, el hecho de que ocurra en mayor medida en los niños tiene que ver con que aún no tienen del todo madura la corteza cerebral que es la que inhibe el movimiento del cuerpo mientras se duerme. “Las áreas del cerebro relacionadas con el control están dormidas, pero las que tienen que ver con las emociones y el movimiento aún permanecen despiertas. Entonces este desequilibrio provoca el sonambulismo”, explica el especialista.
A su vez, la genética juega un rol clave. Desde la Fundación del Sueño de los Estados Unidos, indican que solo alrededor del 22% de los chicos cuyos padres nunca tuvieron un episodio de sonambulismo, son propicios a tenerlo. En cambio el 47% de los niños lo padecerá, en caso de que alguno de sus padres lo haya tenido, pero el valor asciende a 61% si fueron ambos los que tuvieron episodios de sonambulismo en algún momento de sus vidas.
Sin embargo, en lo que respecta a los adolescentes y adultos, las causas que lo desencadenan son diversas: según los especialistas consultados, suelen fundarse en el estilo de vida que cada uno lleva. “La fragmentación y privación del sueño son los principales disparadores”, señala Valiensi. Aunque el consumo de alcohol por la noche es otro de los factores de riesgo. “Ingerir esta bebida puede crear inestabilidad en las distintas etapas del sueño de una persona y predisponerla en mayor medida a episodios de sonambulismo”, aclaran desde la Fundación del Sueño. Sumado a ello, Valiensi enumera el estrés como otra posible causa del sonambulismo debido a que “puede fragmentar el sueño”, explica la neuróloga.
A esta lista se suma el consumo de medicamentos con efecto sedante. Según dice Valiensi, esto puede acrecentar las probabilidades de que una persona ingrese en la fase de un sueño profundo, donde ocurre esta condición. Por otro lado, la presencia de patologías tales como el síndrome de las piernas inquietas, también incrementa las chances debido a que una persona tiene la necesidad de moverse de manera desesperada y en esta urgencia, puede ser que se levante de forma inconsciente.
¿Se puede prevenir?
El sonambulismo no se puede evitar, pero tal como expresa Andersson, existen medidas para atenuar el número de episodios. Para ello, hay que reparar en la teoría de la higiene del sueño: “Hay que chequear la calidad del descanso y las horas de sueño. En la medida que se pueda, se debería pensar en tener horarios fijos para irse a dormir y levantarse, evitar la deprivación del sueño, bajar el estrés y la ansiedad”, comenta el médico. Además, “es necesario entender qué es lo que fragmenta el sueño o si hay alguna enfermedad de base”, aclara Valiensi y sugiere evitar o moderar el consumo de alcohol y las cenas copiosas que puedan generar malestar.
De todas maneras, en la mayoría de los casos, no hay de qué preocuparse. Desde la Mayo Clinic, una entidad que se dedica a la investigación y divulgación de contenido científico y médico, indican que cuando se trata de un incidente aislado o si el sonámbulo es un niño, no hay que alarmarse ya que no se condice con ningún problema grave ni requiere tratamiento. Por el contrario, si el sonambulismo es recurrente, entonces se deben encender las alarmas porque podría ser el resultado de un trastorno de sueño no diagnosticado. En estos casos, añade Ferrero, “es importante consultar con un especialista para tomar las medidas pertinentes”.
¿Cómo actuar cuando se vive con una persona sonámbula?
Una de las mayores disyuntivas es qué hacer cuando se está frente a una persona sonámbula. Si bien a muchos les puede agarrar el impulso de querer despertarlos y llevarlos de vuelta a su cama, lo cierto es que hay algunas pautas que se deben tener en cuenta para que la interacción sea lo más amena posible y no haya demasiados sobresaltos. Al respecto, Valiensi recomienda tomar a la persona, en especial a los niños, de los hombros lentamente mientras se les habla en tono suave y cordial para comunicarles que están dormidos y que tienen que volver a acostarse. “Hay que acompañar la situación, no se los debe asustar”, remarca la especialista. De acuerdo a Ferrero, es necesario “ponerse en los zapatos de la otra persona y entender que está soñando”.
Y aunque en la mayoría de los casos, los comportamientos suelen ser inofensivos, en ocasiones y sin quererlo, pueden poner en peligro la integridad física de la persona. Por ejemplo, “a veces sueñan que están caminando por un jardín y en ese afán, se caen por las escaleras”, dice Ferrero. Por esta razón, los especialistas aconsejan tomar medidas de seguridad: cerrar el balcón, poner barandas y tapar el acceso a escaleras, esconder todo tipo de objetos o elementos punzantes. De lo contrario y sin quererlo, “se pueden terminar lastimando”, menciona Valiensi.
No hay dudas de que el descanso es uno de los pilares más importantes para gozar de buena salud física y emocional. Sin embargo, muchas veces este momento trae de la mano distintas patologías o dificultades, que hacen que no se descanse como corresponda. Estar atentos y evaluar los hábitos personales del día a día, es el punto de partida para tener una buena noche de sueño.
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