Siete efectos negativos que provoca la ansiedad

Desde problemas físicos hasta dificultades en las relaciones personales. Manejar la presión del entorno es clave.

La ansiedad no es un hecho puntual. No es sólo un ataque que sucede en un momento crítico, ni “esos días malos” ante unas circunstancias adversas. La ansiedad es una forma de vivir la incertidumbre constante de la vida moderna. Y, por ende, en una afección crónica.

En la Argentina, y según el Estudio Argentino de Epidemiología en Salud Mental publicado en 2018, uno de cada seis adultos tuvo algún trastorno mental, un cuarto de los cuales se calificaron como severos. Los más frecuentes son los trastornos de ansiedad (16,4%), del estado de ánimo y las adicciones a sustancias.

En España, según los últimos datos disponibles de salud mental, extraídos de la Encuesta Nacional de Salud de 2017, el 9,6% de la población mayor de 15 años padece ansiedad crónica y/o depresión.

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Un dato llamativo es que tanto la ansiedad crónica como la depresión fueron más frecuentes en mujeres que en hombres. En concreto, la padecían un 13% de las mujeres, respecto al 5,9% de los hombres.

¿Por qué nos sentimos más desbordados por la ansiedad? Según la psicóloga Yolanda Cuevas, “la ansiedad es una de las respuestas más comunes en el ser humano actual por el ritmo de vida acelerado y desconectado actual, a las presiones y exigencias, tanto externas como propias”.

Aunque quizás el problema no es solo caer en la ansiedad, sino no tener herramientas para poder manejarla. “Desde la psicología tenemos un arsenal muy amplio de herramientas que demostraron sobradamente su eficacia en el tratamiento de la ansiedad. No se trata de eliminarla, esto no es viable, el objetivo es que las personas sean capaces de aprender a regularla y así les afecte lo menos posible”, aporta el psicólogo Miguel Ángel Rizaldos.

Acciones tan sencillas como técnicas de relajación, control de la respiración, la práctica habitual de deporte, y sobre todo, acudir a psicoterapia para cambiar nuestra gestión de las cuestiones que generan nuestra ansiedad, puede marcar la diferencia. Sin embargo, no ser capaces de controlar la ansiedad puede tener efectos negativos en nuestro día a día, y en diversos ámbitos de nuestra vida.

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Estos son algunos, según los expertos:
1. Más problemas de salud: Los efectos físicos son variados porque el cuerpo y la mente están estrechamente conectados. “En situaciones de intenso estrés y ansiedad, el hígado produce más glucosa en sangre”, da como ejemplo Miguel Ángel Rizaldos.

Además, “con la ansiedad desbordada, el cuerpo se tensa de forma instintiva, produciendo presión en los músculos, lo que puede provocar dolores de cabeza, rigidez en los hombros, y dolor de cuello”. Otro dato no tan conocido es que “con la ansiedad, los líquidos se dirigen hacia zonas fundamentales del organismo. Esto provoca mayor rigidez y tensión, que secan la garganta e incluso dificultan el tragar”.

Más preocupante es que “la Asociación Americana de Psicología de España advierte que la ansiedad no regulada en un largo plazo puede provocar hipertensión, arritmias, derrames e incluso un infarto de corazón”.

2. Cambios en el comportamiento diario: Hay pequeños gestos desapercibidos que, unidos entre sí, pueden ser una señal de alerta. Es el caso de esos pequeños tics nerviosos que se acentúan con la ansiedad y que pueden llegar a ser problemáticos.

Tal y como expone la psicóloga Yolanda Cuevas, los hay de todo tipo. Desde lo que denomina como “intranquilidad motora”, y que se visibiliza en gestos como rascarse y tocarse repetidamente, y que puede llevar a provocar daños en la piel, a otro tipo de conductas como “llanto, o quedarse paralizado/a”.

Por supuesto, otra cuestión son las “conductas impulsivas reactivas”, que pueden tener que ver con “comer, beber, fumar en exceso, apostar, sexo compulsivo, compras compulsivas, práctica deportiva excesiva, etc.”.

La Asociación Americana de Psicología, advierte que la ansiedad no regulada en un largo plazo puede provocar hipertensión, arritmias, derrames e incluso un infarto de corazón.
3. Menor rendimiento en el trabajo: A veces el entorno laboral es la causa de la ansiedad, aunque la ansiedad precisamente no nos ayudará a mejorar a este respecto. Según Miguel Ángel Rizaldos, “sabemos que los trabajadores, cuando no tienen bienestar en su puesto de trabajo, no rinden como deberían”.

El experto detalla que “la ansiedad afecta a la persona en tres áreas: la fisiológica, la motora y la cognitiva. Así, resulta obvio que la persona no se encuentra al 100 por ciento para trabajar. Básicamente hay una bajada significativa del rendimiento, y un sufrimiento destacable en la persona que lo sufre”.

4. Mayor negatividad: La ansiedad no es solo esa sensación de angustia, también es una forma de afrontar las situaciones, y a largo plazo puede llevarnos a tener una visión especialmente negativa.

Como recuerda Yolanda Cuevas, pueden aparecer “preocupación, pensamientos negativos e intrusos, irritabilidad, sensación de amenaza y miedo extremo”. El problema no es solo esta visión negativa, sino que además se puede incrementar la sensación de “incertidumbre e inseguridad”, lo que por otra parte puede aumentar ese sentimiento de angustia constante.

La ansiedad a largo plazo puede llevarnos a tener una visión especialmente negativa. (Foto: Shutterstock)
La ansiedad a largo plazo puede llevarnos a tener una visión especialmente negativa. (Foto: Shutterstock)
5. Problemas en las relaciones personales: No solo se ve afectada nuestra percepción del día a día. También influye en la forma en la que nos comportamos y, por lo tanto, en cómo nos perciben los demás.

Una cuestión que puede minar la estabilidad de nuestras relaciones personales, algo que no ayudará a disminuir nuestra ansiedad. “Si la ansiedad nos desborda, claro está que nuestro comportamiento se ve afectado en las relaciones con lo demás, y más notable será con las personas con las que convivimos”, aporta Miguel Ángel Rizaldos.

De esta forma no se puede pensar con claridad y por tanto no se regulan bien las emociones, estando más irascible, nervioso, aislado, apático, etc. El problema añadido es que “en muchas ocasiones la familia, pareja o amigos no son capaces de entender que la persona afectada por la ansiedad no es capaz de manejarla. No entienden lo que ocurre”. Una falta de apoyo que tampoco ayuda.

6. Falta de sexo: Otra cuestión que tiene que ver con la parte más íntima es cómo afecta la ansiedad a la esfera sexual. A este respecto, Yolanda Cuevas explica que “el estrés hace que dos sistemas se paralicen, el sistema digestivo y reproductor, para economizar energía y supuestamente huir de las ‘amenazas’, lo que supone que la apetencia sexual se vea afectada”. Teniendo en cuenta que el sexo es una forma de disminuir el estrés diario, quedarnos sin esta vía de escape tampoco mejora los niveles de ansiedad.

7. Peor aspecto: Todos estos factores ya suponen que uno no pueda prepararse cada mañana con toda la energía. Pero es que además la ansiedad pasa factura al aspecto de nuestra piel, sin ir más lejos.

“Ante la ansiedad, el sistema nervioso simpático conduce más sangre a los músculos. Pude este hecho el acelerar que la piel envejezca prematuramente”, añade Rizaldos. De hecho, según el experto, “las investigaciones encontraron que un alto grado de ansiedad pueden provocar inflamación de la piel y eczemas, o sea inflamación de la piel”.

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