Qué es el colon irritable y a quiénes afecta

Es el segundo trastorno funcional en frecuencia de presentación. Hay estudios que demuestran que un 10% de la población mundial lo padece.

El síndrome del intestino irritable (SII), es una enfermedad bastante frecuente, benigna y crónica. No es grave, pero dificulta la actividad normal de la persona, incide en la ocupación laboral y disminuye la calidad de vida. De hecho, es el segundo trastorno funcional en frecuencia de presentación. Hay estudios que demuestran que hasta un 10 % de la población mundial podría padecer esta patología.

 

Este trastorno funcional digestivo refiere a alteraciones en el funcionamiento o la sensibilidad del tubo digestivo, pero no hay una causa que pueda ser evidenciada por las pruebas diagnósticas habituales (incluyendo análisis de sangre, endoscopias, ecografías, etcétera). Este síndrome se caracteriza por dolor o malestar abdominal fluctuante, acompañado de cambio en las características y frecuencia de las deposiciones. Si bien estos síntomas también se pueden presentar en otras enfermedades, el SII es su causa más común.

El SII es importante no sólo por su elevada frecuencia sino también porque su atención por parte de los profesionales no es siempre la más adecuada. Algunos médicos le prestan poco interés, piden pruebas que son innecesarias y prescriben tratamientos equivocados. En este sentido, quizá el problema más relevante es que, al no encontrar ninguna lesión en las pruebas, se minimiza el cuadro.

 

Por qué se produce
Se han descrito varias circunstancias que pueden producir SII en un individuo sano. Por ejemplo, alrededor del 10 % de las personas que sufren síndrome del intestino irritable (SII) tienen el antecedente de una gastroenteritis aguda en el momento de inicio de los síntomas digestivos.

Este cuadro se conoce como SII postinfeccioso. También se ha descrito tras acontecimientos de mucho estrés. Sin embargo, en la enorme mayoría de los casos no es posible determinar una causa específica que lo origina. No obstante, se han encontrado alteraciones de los movimientos intestinales en los pacientes que lo padecen.

Otros estudios han demostrado que muchos enfermos tienen una sensibilidad digestiva incrementada; la hipersensibilidad puede tener su origen en el propio tubo digestivo, en el sistema nervioso central, o en ambos.

En los últimos años, se ha barajado la hipótesis de que alteraciones en la microbiota intestinal (flora intestinal) y niveles muy leves de inflamación del intestino (evidenciables sólo a nivel microscópico), pueden desempeñar un papel relevante en el desarrollo del SII. Tampoco hay que olvidar la importancia de los aspectos psicológicos, incluyendo ansiedad, depresión o somatización. De hecho, se puede llegar a este trastorno de diversas maneras y frecuentemente es necesaria la existencia de varios mecanismos a la vez.

Síntomas que indican la presencia de colon irritable
El síndrome del intestino irritable se caracteriza porque produce dolor abdominal y alteración en las deposiciones. Curiosamente, los pacientes pueden tener diarrea, estreñimiento y otros períodos en los que se alternan ambas disfunciones.

Otros síntomas como la urgencia defecatoria, la sensación de evacuación incompleta, la hinchazón abdominal, la emisión de moco en la deposición, o el esfuerzo excesivo al defecar, también son frecuentes en este trastorno. Sin embargo, cuando se realizan pruebas o análisis, todos los resultados son normales. En realidad, no hay una lesión, pero el intestino no funciona bien.

El diagnóstico se basa en una minuciosa historia clínica, descartando la existencia de otras enfermedades digestivas que puedan provocar síntomas similares. Entre ellas, cuando predomina la diarrea, se encuentran la enfermedad celíaca, la colitis microsópica o la enfermedad inflamatoria intestinal.

La mala absorción de ciertos azúcares -tales como la lactosa, la fructosa o el sorbitol-, también puede producir diarrea y/o hinchazón abdominal. La búsqueda de intolerancias alimentarias realizada mediante la determinación de autoanticuerpos séricos IgGs no ha demostrado ser útil. Además, puede conducir a consejos dietéticos engañosos o incorrectos. Muy rara vez es un proceso canceroso el que simula un SII.

Un médico especialista en aparato digestivo debe saber cómo establecer el diagnóstico de manera correcta solicitando los estudios necesarios. A menudo, se solicitan excesivas exploraciones sin que sean de ayuda.

 

¿Cuál es el tratamiento del colon irritable?
El tratamiento del síndrome del intestino irritable puede variar dependiendo de diversos factores:

La frecuencia e intensidad de los síntomas.
La preocupación que genera en el enfermo.
La repercusión sobre la calidad de vida.
El tipo de síntoma predominante.
La asociación con otros trastornos digestivos o extradigestivos.
La posible existencia de factores emocionales influyentes.
Algunos pacientes pueden beneficiarse con medidas sencillas, incluyendo consejos dietéticos o cambios en el estilo de vida. Otros pacientes requerirán tratamiento farmacológico y algunos una aproximación terapéutica más compleja asociando a los medicamentos el apoyo psicológico.

No existe una dieta específica para pacientes con síndrome del intestino irritable. Lo ideal es mantener una alimentación equilibrada y sin excesivas restricciones para impedir el déficit de micronutrientes y desnutrición calórico-proteica.

De acuerdo a especialistas, es aconsejable realizar comidas pequeñas y frecuentes y evitar el exceso de productos lácteos, grasas, carbohidratos, cafeína y alcohol. Los pacientes con SII y diarrea pueden beneficiarse del empleo de antidiarreicos como la loperamida o el difenoxilato.

De una forma empírica, se ha empleado la resincolestiramina para el control de la diarrea y la urgencia defecatoria en pacientes con SII-D. Los agentes con propiedades relajantes del músculo liso (llamados antiespasmódicos) se utilizan en el SII con la intención de obtener alivio del dolor “espasmódico”.

Para tratar el síndrome del intestino irritable con estreñimiento el primer paso suele ser la administración de fibra, que en general lo mejora, aunque puede empeorar el dolor y la distensión abdominal. Cuando el tratamiento con fibra no es suficiente, otra opción terapéutica es la utilización de laxantes osmóticos. Un fármaco nuevo, utilizado para el SII con estreñimiento que no responde a otros tratamientos, es la linaclotida.

La hipótesis de que alteraciones en la microbiota intestinal (flora intestinal) puedan desempeñar un papel relevante en algunos pacientes con SII ha conducido al desarrollo de nuevas estrategias en el manejo de estos enfermos tales como el uso de probióticos (bacterias u hongos vivos), prebióticos (sustancias no absorbibles que actúan como alimento para ciertas bacterias en particular) y simbióticos (mezclas de prebióticos y probióticos). Se ha comprobado que algunos microorganismos de la familia de los lactobacilos y las bifidobacterias pueden proporcionar alivio de algunos síntomas del síndrome del intestino irritable.

Complicaciones y pronóstico
El SII no pone en riesgo la vida del paciente pero altera mucho su calidad. No es una enfermedad grave pero sí puede ser muy molesta e incapacitante. Las complicaciones son las propias de los síntomas que produce, y el pronóstico (evolución) dependerá de un tratamiento adecuado con una buena interacción médico-paciente.

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