En la rutina y en los buenos hábitos es importante que predomine la comida casera.
Se niegan, cierran la boca y pueden permanecer así un largo rato frente al plato colorido de verduras. Cuando no quieren comer, los chicos no aflojan. En el intento de hacer que sumen variedad de vitaminas y minerales necesarios para el cuerpo, muchos adultos se ven frustrados.
El informe de Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina, el segundo en su tipo publicado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), muestra que las ventas de alimentos y bebidas ultraprocesados crecieron en 8,3 por ciento de 2009 a 2014, el último año para el que se contaba con datos, y prevé que aumentaron otro 9,2 por ciento en 2019.
Las bebidas azucaradas y la comida rápida, que presentan una pobre calidad nutricional, están reemplazando a las comidas caseras más nutritivas de las dietas de las familias en América Latina y El Caribe, asegura el informe. Este es el caso de las salchichas, nuggets, hamburguesas, papas congeladas, purés instantáneos, panes y medialunas de harinas ultra refinadas, productos de copetín, golosinas, entre otros.
Si bien los nenes quizás patalean cuando ven un plato con pollo al horno y brócoli hervido, lo mejor es no aflojar “premiándolos” con comidas que a sus ojos son irresistibles pero poco nutritivas.
Según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) con datos proporcionados por la Secretaría de Gobierno de Salud y en conjunto con el Ministerio de Salud y Desarrollo Social, el 36 por ciento del total de la población infantil dijo haber consumido golosinas empaquetadas (caramelos, chupetines, chicles y alfajores) dos o más veces durante una semana, lo que se resume en que seis de cada 10 chicos de dos a 12 años, y cinco de cada 10 adolescentes de 13 a 17 años, consumieron estos azúcares más de dos veces durante siete días.
“Estamos observando el principio de una epidemia de consumo de alimentos ultraprocesados”, afirmó Fabio da Silva Gomes, asesor regional en nutrición de la OPS. “Su venta crece desproporcionadamente en comparación con la de otros alimentos, invadiendo los platos con productos que no contribuyen a la buena salud”, sostuvo.
Los padres no están pudiendo controlar el consumo de sus hijos en cuanto a los procesados ya que invaden el mercado y están a la alcance de su mano, ya sea desde la vitrina de un kiosco, la góndola de un supermercado o por atractivas publicidades en la televisión que fomentan el deseo. En cuando a esto último mencionado, la encuesta ENNyS reveló que el 21,5 por ciento de los adultos alguna vez le compró a su nene o nena, de entre dos y 12 años un alimento o bebida no saludable que vio en una propaganda.
“El primer paso para que los chicos coman bien, es que los padres se alimenten bien, porque ellos copian lo que hacen los adultos y es necesario predicar con el ejemplo porque no podemos pretender que hagan algo que nosotros no somos capaces de hacer”, señaló a Con Bienestar Yael Kritzer, licenciada en nutrición (M.N. 9.260). Además, agregó: “En la rutina y en los buenos hábitos es importante que predomine la comida de ´verdad´, aquella que no necesita que una marca le ponga un nombre o etiqueta”.
La nutrición es importante y muchas veces no se le da la importancia que debería, más cuando hablamos de chicos que están en pleno desarrollo psico físico y necesitan todo el valor nutricional que un adulto le pueda aportar.
El primer paso es involucrarse y enseñarles los buenos hábitos, educar y no premiar un comportamiento con un chocolate, por ejemplo. Mejor es hacerlos partícipes de la alimentación, ofrecerles como postres opciones con variedad de fruta o yogur, evitar comenzar el día con panes y confituras hechos harinas blancas y refinadas para el desayuno, y lo más importante, al hacer las compras ir directamente a lo que nos interesa, no detenerse en distracciones porque esas serán las de packaging atractivo pero nocivo para la salud.
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