Son muchas los avisos que nos da el cuerpo para anticiparnos a un estrés extremo. Aprender a detectarlas es la clave.
Estamos inmersos en una ola de cambios que nos ha tomado a todos por sorpresa. Estos cambios representan para nuestros cerebros un sobresfuerzo al que no están acostumbrados.
Lo importante es comprender que los seres humanos aprendemos con la repetición. Al principio el aprendizaje es lento y en cuanto lo hacemos varias veces, se crean las redes neuronales que hacen que nuestro cerebro reaccione y actuemos entonces con respuestas automáticas. Por ejemplo, los bebés empiezan a mover su cuerpo de un lado a otro hasta voltearse, cuando ya lo tienen mecanizado pasan a gatear y cuando ya lo tienen perfeccionado pasan a caminar. Esto cuesta muchas caídas, sin embargo, cuando por fin lo consiguen, su cuerpo lo hará de forma automática para siempre y entonces ya no tenemos ni que pensarlo, damos la orden y el cerebro la cumple.
Esa máquina perfecta que tenemos (nuestro cerebro) y que aún no ha podido ser replicada por los expertos en tecnología, utiliza la repetición para llegar al perfeccionamiento y a la automatización y esto es un esfuerzo que requiere mucha energía de nuestra parte. Cada cambio que realizamos en nuestra vida implica un gasto de energía importante y por eso —para explicarlo de manera resumida— los seres humanos rechazamos el cambio.
El agotamiento mental sucede cuando nuestro cerebro tiene que procesar infinidad de información nueva, nuevas formas de vivir, de trabajar y nuevas circunstancias en nuestra vida como: cuidar de nuestros hijos o seres queridos, cocinar, limpiar y trabajar todo al mismo tiempo. Si le sumás a eso la cantidad de sucesos que presenciamos todos los días y en donde nuestros cuerpos están reaccionando constantemente al estado de alarma y estrés que producen las noticias, las pérdidas, el miedo y la angustia, nos está generando un cansancio mental. No podemos procesar toda la información con la suficiente rapidez para crear todas las redes neuronales nuevas al mismo tiempo, sino que estamos siendo forzados al cambio de una forma inesperada y muy alargada en el tiempo.
Síntomas de agotamiento
Por tanto las señales de agotamiento mental son:
– No dormir bien y despertarse con la sensación de cansancio que se arrastra durante todo el día.
– Sentir que la energía de tu cuerpo baja, sentirse con pesadez o con sueño, como que estás más lento en actividades que normalmente te toman poco tiempo realizar.
– Perder la capacidad de concentración, por ejemplo, te cuesta leer. Al tratar de enfocarte en cualquier actividad, tu mente se enreda con mil pensamientos y ninguno a la vez.
– Sentirse ansioso todo el tiempo, con la sensación de que tenes que correr para llegar a todo y tu cuerpo no da para tanto.
– Comer muy rápidamente y con ansiedad por la sensación de que tenes que alimentarte para tener más energía y esto lo agrava el instinto de supervivencia.
– Tus estados de ánimo parecen montañas rusas, un momento estás bien y al segundo no querer ni siquiera levantarte de la cama. Aunque parece que no tiene sentido, estás reaccionando a tus pensamientos y al entorno (sé compasivo con vos mismo).
– Finalmente tus días son extenuantes y no podes pensar con claridad, Tus procesos de toma de decisiones se ralentizan y solo queres descansar, pero tampoco logras conseguirlo, aún cuando tenes espacio y tiempo para ello.
Este ritmo de cambios, de alerta máxima, y la sensación de que la vida se nos va nos está presionando. Esto tiene como consecuencia que no comamos, no descansemos y no trabajemos bien. Nuestras relaciones se han hecho difíciles entrando en estado de caos porque estamos presos de la constante presión de tener que llegar a todo: trabajo, familia, cuidados varios, comida, pérdidas, escasez, etc. Esto está causando que la población mundial esté literalmente al borde del agotamiento mental prolongado, que finalmente afecta al sistema nervioso central, bajando nuestra energía, concentración y defensas.
Como dirían los médicos, hay que alimentarse bien, con comida sana y lo menos procesada posible, dormir 7 u 8 horas —así baja el nivel de las hormonas que produce el estrés, como el cortisol— lo que te permitirá relajarte y levantarte lúcido y descansado, salí a caminar con tapabocas y tomá el sol que puedas, es muy importante para nuestro cuerpo y estado de ánimo, intenta mantener tus rutinas y crea nuevas rutinas que se adapten a tus circunstancias actuales y, si es posible, haz algo de ejercicio (baila, canta, corre). Esto hará que tu cuerpo queme toxinas y además te dará a cambio hormonas de la felicidad, que te traerán tranquilidad para afrontar tus días.
La meditación también es una buena práctica que podes hacer en cualquier momento, solo concentrate en respirar, disfrutá de cada minuto y hace cosas que te hagan feliz, tené paciencia y sé bueno con vos mismo. No te exijas llegar a todo en una hora. Desde luego escapá de las noticias, de las charlas y de cualquier tema que te produzca ansiedad, en cambio mira películas cómicas y reíte mucho, disfrutá de una buena cena, apreciá cada cosa que tenes, date un baño y relajate.
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