Los efectos de estas conductas son mucho más dañinos que el propio virus. El periodismo cumple un rol fundamental para la prevención y la difusión de información tanto social como científica.
El 3 de julio de 1981, un pequeño artículo publicado en el New York Time por el periodista científico L.K. Altman, dio a conocer al mundo el reporte de un extraño tipo de cáncer diagnosticado a homosexuales y detectado en las ciudades de Nueva York y San Francisco. Esa fue la presentación en sociedad del VIH y el sida en el mundo. Desde ese día, están presentes en los medios de comunicación.
A través de la prensa, muchas personas en todo el mundo conocieron uno de los mayores retos para la historia de la Salud Pública: el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida). Tal fue la importancia de la relación entre la prensa y esta pandemia que, en 2001, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) destacó el papel de los medios de comunicación en la respuesta este flagelo y, en 2004, la Organización de Naciones Unidas (ONU) lanzó la Iniciativa Mundial de Comunicación para el Sida.
Este material, que está disponible en la página web de la RADPC, cuenta con recomendaciones e información para quienes trabajan en distintos soportes y plataformas, y con un glosario que explica, en palabras sencillas, algunos de los términos propios de este campo de la medicina. También se puede acceder a una lista de organizaciones e instituciones que trabajan en la temática.
Entre algunas recomendaciones dentro de la guía, podemos encontrar las siguientes:
VIH no es lo mismo que Sida
El VIH es el virus que puede provocar el sida. No son sinónimos. El sida es la etapa avanzada de la infección causada por el VIH, que puede ocurrir o no. Una persona se entera de que tiene VIH a partir de una prueba que detecta la presencia de anticuerpos en la sangre: esto no significa que la persona tenga sida. (Ejemplos de títulos: “Expertos prueban nueva vacuna contra el VIH” en lugar de “Expertos prueban nueva vacuna contra el sida”.)
La expresión correcta es que el VIH se transmite, no que se contagia
Aunque en los diccionarios “transmisión” y “contagio” aparecen como sinónimos, hay una diferencia. Se habla de contagio cuando el agente infeccioso (virus, bacteria) puede sobrevivir fuera del cuerpo (agua, aire, alimentos, superficies, etc.) durante períodos prolongados, y cumple parte de su ciclo vital fuera del cuerpo. Es el caso del virus de la gripe, del sarampión, de la hepatitis A, o de las bacterias que causan neumonía, meningitis y muchas otras infecciones. Pero el VIH, como otros agentes infecciosos, nace, crece y se reproduce dentro del cuerpo, y sobrevive muy pocos minutos fuera de él, lo que hace prácticamente imposible una infección desde el medioambiente. Requieren de una vía específica, como sangre o fluidos genitales para la transmisión. (Ejemplos de títulos: “Disminuye la transmisión del VIH” en lugar de “Disminuye el contagio del VIH”)
Elegir las palabras adecuadas puede marcar la diferencia entre contribuir – o no- al incremento de la pandemia; entre alimentar -o no- el rechazo hacia las personas que viven con el virus.
El VIH es una infección crónica
Actualmente, los tratamientos antirretrovirales no curan el VIH, pero evitan la reproducción del virus, e impiden así la destrucción de las defensas y el desarrollo de enfermedades oportunistas. De este modo, quien vive con VIH tiene una infección crónica, y si realiza el tratamiento en forma adecuada puede tener una buena calidad de vida.
Las personas no mueren de sidaNo hay una enfermedad que se llame sida. El sida es un síndrome que causa la disminución de las defensas del cuerpo, lo que permite que este sea susceptible a una variada gama de enfermedades que se llaman oportunistas. Cuando una persona a la que se le ha diagnosticado sida muere, técnicamente murió a causa de una enfermedad relacionada con el sida, por causas relacionadas con el VIH o por una enfermedad causada por el VIH.
(*) Gastón Ortiz es periodista científico en la provincia de Jujuy. Actualmente conduce el programa «Saludarte», un magazine diario de salud para Radio 2 Jujuy FM, y columnista de salud para Canal 2 Jujuy. Asociado a la Red Argentina de Periodismo Científico y coautor de la Guía “Buenas prácticas en Comunicación sobre VIH y sida”.
En nuestro país, algunas organizaciones como Fundación Huésped, encabezada por el doctor Pedro Cahn -referente indiscutido a nivel internacional por su trabajo científico y social en relación con el VIH-, la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) o el Ministerio de Salud de la Nación no dudaron en hacer su aporte para que la prensa argentina diera un vuelco en el enfoque con el que venía trabajando que sólo promovía el estigma y la discriminación hacia las personas afectadas.
Se considera tan importante este tema que hace unos años el equipo de Comunicación de la Dirección Nacional de Sida y ETS elaboró la primera guía para periodistas sobre cómo comunicar VIH y sida. Se trata de la única propuesta, por parte de un Estado, pensada para los y las periodistas. Sobre esa base, un grupo de periodistas científicos del norte argentino trabajamos para actualizar la información y el enfoque. Además decidimos incluir los últimos avances en las ciencias en VIH para seguir apostando a una mejor comunicación, tanto desde los medios como desde los equipos de salud.
En un trabajo conjunto entre AHF Argentina y la Red Argentina de Periodismo Científico (RADPC), la colega salteña Milagro Plasencia, la tucumana Claudia Nicolini y yo pusimos manos a la obra, partiendo de la premisa fundamental de que los medios de comunicación construyen sentidos, significados y la realidad que vivimos, y de que si no somos parte de la solución, somos parte del problema.
Creemos firmemente que el trabajo periodístico en salud debe hacerse desde una perspectiva de inclusión, respetuosa de los derechos humanos y como parte de una sociedad democrática, entendiendo que el colectivo de personas que viven con VIH es muy diverso y que la información que producimos los y las periodistas debe dar cuenta de ello. Por ello es de vital importancia no usar palabras o expresiones que puedan violentarlas o estigmatizarlas, a fin de evitar la discriminación; también es crucial romper con los mitos y los tabúes que aún persisten en la sociedad.
En nuestro país, la infección por VIH es la realidad de 129 mil personas -de las cuales solo el 80 por ciento lo sabe- y se reportan 5800 casos nuevos por año. Que el 20 por ciento que aún desconoce su estado serológico pueda hacerlo no es sólo responsabilidad del sistema de salud, sino de todos y todas.
Nuestra intención fue incluir nuevos conceptos y debates, y acercarlos a nuestros colegas, para que al momento de abordar temas que se vinculen con el VIH tengan un marco de referencia, siempre con datos basados en evidencia científica. Elegir las palabras adecuadas puede marcar la diferencia entre contribuir – o no- al incremento de la pandemia; entre alimentar -o no- el rechazo hacia las personas que viven con el virus. También queremos desterrar informaciones sin sustento que aparecen en los medios -en todos sus soportes-, en tiempos de posverdad.
Esperamos que esta Guía sea de utilidad para periodistas, comunicadores, locutores, productores y para toda aquella persona que se vincule por su trabajo con los medios de comunicación, y que esta temática forme parte de los contenidos de las carreras donde se forman. Aspiramos a que también resulte de interés para los equipos de salud, de todos los niveles de atención, porque reconocemos que lo que sucede dentro del consultorio o cuando un profesional habla en una entrevista es otra forma de dar respuesta al VIH.
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