Permarexia, eternamente a dieta

Contar las calorías ingeridas de forma compulsiva, escrutar las etiquetas y alternar continuas dietas milagro para adelgazar son signos de permarexia. Conoce los riesgos para la salud de este trastorno alimentario y cómo evitarlo.
Estar a dieta es una situación común por la que la mayoría de las personas pasa al menos una vez en su vida. Compensar los excesos cometidos durante las fiestas navideñas o las vacaciones de verano, recuperar la forma tras un embarazo o ponerse a tono tras una temporada de mayor sedentarismo… Pero si esto se convierte en la tónica habitual, enganchando una dieta tras otra, y no coger ni un kilo de más y contar todas las calorías que ingerimos se convierte en una obsesión, podría tratarse de permarexia, un trastorno alimentario que puede tener graves consecuencias para la salud.

La permarexia aparece “cuando una persona está continuamente alimentándose a base de dietas hipocalóricas muy restrictivas por su miedo a engordar, alternando diferentes dietas milagro de forma permanente, por lo que suele ser la antesala de otros trastornos de la conducta alimentaria más graves como la anorexia, el síndrome del atracón o la bulimia”.

Una característica que define este problema es que, “se convierte en una obsesión por restringir y contar calorías, ya que son personas que al estar siempre a dieta se privan de grupos de alimentos que aportan vitaminas o compuestos necesarios para un crecimiento sano. Esto sitúa a la permarexia dentro de los trastornos alimenticios no especificados.

Mujer con problemas de permarexia

Sin embargo, actualmente “no se trata en ningún caso de un trastorno, codificado como tal en ninguna clasificación de enfermedades o trastornos, aunque sí describe la conducta de las personas que durante toda su vida, o durante la mayor parte de la misma, se someten a dietas de adelgazamiento, y cuyo estado de ánimo y autoestima se encuentran desproporcionadamente influidos por el peso y por el aspecto físico”.

Síntomas de la permarexia

Conducta obsesiva de contar calorías.
Mirar constantemente las etiquetas nutricionales antes de comprar cualquier producto.
Sufrir importantes oscilaciones en el peso.
Tener un estado de ánimo vinculado al aumento o disminución del peso.
Consumo constante de productos vitamínicos, adelgazantes, diuréticos…
En esta línea, García Lozano asegura que “tenemos que preocuparnos cuando vemos que una persona ha cambiado de dieta mas de tres veces en un periodo corto de tiempo –de 2-4 meses–, o cuando está constantemente preocupada por su peso, usando la báscula casi todos los días y anotando los resultados. O cuando tiene que hacer la compra para anotar las calorías de aquello que compra. Detrás de estos comportamientos, que aparecen como de gran responsabilidad, se esconde el tipo de obsesión mencionado, y una futura mala alimentación”.

Las oscilaciones en el peso y la obsesión por contar calorías son claros síntomas de permarexia.
Incidencia de la permarexia
La dificultad de designar este tipo de trastorno complica la posibilidad de obtener datos concretos sobre cuántas personas lo sufren, aunque García Lozano se atreve a pronosticar que “una de cada 20 personas padece este tipo de problema que, aunque menos conocido que otros trastornos de la alimentación, resulta igual de complejo para la salud del sujeto”.

De hecho, tal y como apunta el psicólogo, “dentro de los trastornos alimenticios no especificados podemos ver que un 30% de las mujeres, aproximadamente, dice haber contado calorías de manera obsesiva o haber purgado su cuerpo para perder peso, o haber vomitado…”. En este sentido, Júlia Pascual también reconoce que “en la consulta notamos un considerable aumento de pacientes obsesivas por la comida, que quieren controlar todo lo que comen y optan por alimentarse a base de dietas hipocalóricas”.

Causas de la permarexia u obsesión por hacer dieta
La complejidad de la permarexia, un trastorno en el que la persona afectada está continuamente a dieta, hace que nos encontremos ante un problema multicausal en el que confluyen factores de diferente naturaleza. “En primer lugar debemos tener en cuenta la enorme presión hacia la delgadez que existe en las sociedades occidentales y en vías de desarrollo. Ahora bien, a pesar de esta presión a la que todos estamos expuestos, sólo un grupo de personas desarrollarán esta problemática”por un lado, se encuentran una serie de factores de vulnerabilidad propios del perfil de estos pacientes. Por otro, la persona afectada confiere a la delgadez una serie de atribuciones que convierten la pérdida de peso en la solución a todos los males».

En el interior de la persona crecen creencias como «si adelgazo seré capaz de encontrar pareja, ser aceptado por mi grupo de amigos y conseguir todo lo que me proponga». Sin embargo, del mismo modo cualquier fracaso se atribuye también a la incapacidad de seguir una dieta: «no encuentro pareja porque estoy gordo, mis amigos no quieren salir conmigo porque estoy obeso; no conseguir adelgazar se presenta como una prueba más de que soy un fracaso como persona».

En cualquier caso, “cada paciente tiene que hablar con el terapeuta para producir sus causas. En general, la obsesión viene a tapar un hueco emocional de la vida del paciente, se relaciona con un paso que no quiere dar, y la obsesión intenta aliviar esa parte de su vida de la cual no quiere saber nada y el síntoma encaja perfectamente…”.

Y el experto añade “la baja autoestima que empeoró al escuchar comentarios hirientes sobre la alimentación proferidos por los padres, del tipo «estás muy gorda», «comes como una lima»… Porque cuando uno tiene una predisposición psicológica a tener este problema, tiende a dar relevancia a comentarios que para los demás pasarían inadvertidos. No hay que culpabilizar a los padres, sino al trastorno. Y dar herramientas para una correcta gestión”.

Perfil de la persona afectada por permarexia
Los expertos coinciden en que las mujeres, y sobre todo las más jóvenes, constituyen, por regla general, los grupos de población diana de los trastornos de la alimentación, y esto también ocurre cuando se habla de permarexia.

Se estima que casi cuatro millones de españoles han seguido alguna dieta milagro en alguna ocasión, una práctica que resulta más común entre mujeres de 35 a 44 años con kilos de más, y que el 11% de los españoles con exceso de peso reconoce que compran por su cuenta medicinas y preparados especiales en herbolarios, webs de nutrición y aplicaciones de compraventa, para lograr perder peso con mayor rapidez.

Antoni Grau, director clínico de ITA, especialistas en salud mental y en trastornos de la conducta alimentaria afirma que “el perfil característico de las personas que sufren permarexia tendría algunas coincidencias con aquel que se asocia con los trastornos de la conducta alimentaria”. Este experto define los principales rasgos de estas personas:

Baja autoestima.
Insatisfacción corporal.
Rasgos obsesivos.
Tendencia a valorarse por la opinión de los demás.
Neuroticismo o inestabilidad emocional.
Tendencia a la ansiedad.
“El inicio de este problema suele situarse en mujeres adolescentes, ya que se trata de la etapa de la vida en la que la exposición al escrutinio de los demás toma mayor intensidad. Además, es en este momento cuando en el ciclo vital cristalizan alguno de los hábitos y creencias que conformarán la vida adulta”.

a permarexia, estar eternamente a dieta es un problema que, a largo plazo, pasa factura a la salud, tanto a nivel físico como psicológico, “las denominadas dietas milagro son generalmente muy restrictivas, muy bajas en calorías, y aunque pueden conseguir una pérdida de peso a corto plazo (fundamentalmente a expensas de masa muscular y no de masa grasa), constituyen un riesgo inaceptable para la salud”, ya que pueden provocar diversos problemas:

Deficiencias nutricionales: por la falta de ingesta de proteínas, vitaminas y minerales al eliminar ciertos alimentos necesarios para el organismo.
Pérdida de masa muscular, lo que afecta al metabolismo basal del organismo y crea problemas en su ritmo y funcionalidad.
Trastornos del comportamiento alimentario, como anorexia y bulimia, a veces de mayor gravedad que el exceso de peso que se pretendía corregir.
Efectos psicológicos negativos, como trastornos compulsivos, obsesivos y ansiedad.
Favorecer el efecto rebote, es decir, la rápida recuperación posterior del peso perdido, ya que al abandonar estas dietas hipocalóricas las personas que las siguen no han aprendido a comer saludablemente, y vuelven a las costumbres y hábitos que les hicieron ganar peso.
Los efectos para la salud de la permarexia dependerán del tipo de restricción a la que se someta el individuo durante un largo periodo de tiempo, según la dieta elegida, pero también según el tipo de compensación consecuente, así como el tiempo que se mantenga esa situación en el organismo. “Es decir, si hacemos una dieta pobre en hidratos de carbono, se compensará con un aumento en la ingesta de los otros dos macronutrientes (proteínas o de grasas).

Asimismo, habrá que analizar dentro de cada macronutriente, cuál es el tipo que se está restringiendo (siguiendo con el ejemplo, hidratos de carbono sencillos o complejos), y con cuál se está compensando (proteínas de origen animal o vegetal, o ácidos grasos saturados, moniinsaturados o poliinsaturados).

“Las distintas posibilidades de ‘intercambio’ pueden conllevar más o menos riesgos para la salud”, advierte la doctora Zugasti, quien añade que, además, existen nutrientes muy importantes para el funcionamiento del organismo (hierro, calcio o fibra, entre otros) que se pueden ver afectados según el tipo de restricción que se plantee por parte del individuo con permarexia.

Permarexia
La permarexia también afecta al equilibrio emocional del que la sufre.
Alteraciones en el organismo derivadas de la permarexia
Por ello, con estos hábitos incorrectos y repetidos en el tiempo asociados a la permarexia se incrementa el riesgo de presentar problemas de salud tan graves como:

Anemia, provocada por la falta de hierro en el organismo.
Osteoporosis, derivada de la escasez de calcio y la dificultad de absorción del mismo por parte del cuerpo.
Estreñimiento, por la falta de ingesta de fibras variadas, procedentes de granos enteros, semillas y legumbres.
Desregularización del metabolismo: pérdidas marcadas de peso en períodos cortos de tiempo pueden afectar negativamente a nuestro metabolismo basal.
Trastornos en la glándula tiroides, que es la piedra angular del funcionamiento del metabolismo y también el regulador de las emociones
Úlceras de estómago, a consecuencia de la desnutrición, pues la carencia nutricional disminuye la citoprotección (proceso por el cual ciertos agentes químicos protegen a las células de factores dañinos).
Hipoglucemia, porque la falta de azúcar en sangre provoca la sensación de fatiga, mareos, visión borrosa e, incluso, puede desencadenar la pérdida de conocimiento o de la consciencia.
Para detectar a tiempo el problema de la permarexia y ponerle solución, resulta fundamental contar con un equipo de profesionales multidisciplinar que atienda al paciente. “En concreto, deben participar profesionales de la psicología, la psiquiatría, la nutrición y la medicina”.

El primer paso del tratamiento de la permarexia consiste, según apuntan los expertos, en la toma de conciencia del problema, es decir, reconocer y detectar el enorme poder que ha adquirido el peso corporal y la dieta en la vida de esta persona. “A continuación resulta muy importante entender el significado que tiene la delgadez para cada individuo en concreto, y cuáles son las carencias que se intentan paliar con la pérdida de peso. Una vez identificados estos factores, se intenta que la persona utilice otros mecanismos de afrontamiento de estas carencias, procurando superarlas, siempre que esto sea posible y deseable, o aceptándolas, cuando no sea posible cambiarlas”.

El experto añade que “en paralelo se requiere de la intervención de un nutricionista que restaure el equilibrio nutricional y desmitifique ciertas creencias sobre los alimentos, así como un médico que valore las posibles alteraciones que hayan podido aparecer en la salud, y un psiquiatra que diagnostique posibles trastornos asociados y, en algunos casos, prescriba medicación para paliar algunos síntomas”.

Anticiparse a las recaídas
De esta manera, tal y como afirma Sergio García Soriano, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, “el psicoterapeuta funciona como un espejo limpio, sin juzgar, para devolverle al paciente un pensamiento saludable y una sonrisa cuando sea necesario. Los trabajos que se realizan son de ‘deconstrucción’ o de ‘reestructuración cognitiva’, que dicho en román paladino se traduce en ayudarle a encontrar una nueva perspectiva de vida, y ponerle comportamientos a esa nueva forma de pensar”.“Las personas con sobrepeso y obesidad que deseen perder peso y mejorar su situación metabólica deben ser evaluadas por un profesional cualificado” “el plan dietético para combatir la permarexia va a depender de muchos factores que el profesional debe tener en cuenta, como la edad, enfermedades presentes y sus fármacos concomitantes, objetivos terapéuticos, la motivación del paciente, e incluso la disponibilidad económica y su capacidad de modificar la cesta de la compra. Todo ello debe ser adaptado en función de la evolución de esa persona”.

De hecho, lo más importante para un dietista-nutricionista especializado es “apostar por inculcar una alimentación sana, equilibrada y variada, en la que primen los alimentos naturales que pueden adquirirse en el mercado, y dejando a un lado los productos procesados y precocinados. No hay que tener miedo a los hidratos de carbono, decantándonos preferiblemente por los complejos, ni tampoco hay que tener miedo a las legumbres, que tienen un papel decisivo en el organismo”, recomiendan

Fijarse en los nutrientes y no en las calorías
Si hay algo en lo que los expertos en nutrición están de acuerdo es en que cuando se quiere perder peso o mantener los kilos a raya “lo más importante no son las calorías, sino los nutrientes. Por eso, siempre resulta fundamental transmitir el mensaje a nuestro paciente de que lo realmente importante está en la calidad nutricional del alimento que ingerimos, mucho más allá del simple cálculo de calorías”, insiste Soler, decana del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid, quien hace hincapié en que “resulta un grave error contar calorías y optar por alimentos light, bajos en azúcares añadidos o bajos en sal, porque eso significa que estamos tomando alimentos procesados, en vez de productos naturales que resultan mucho más nutritivos y saludables”.

Fijarse en los nutrientes y no en las calorías
Lo importante en las dietas no son tanto las calorías, sino los nutrientes.
En este mismo sentido se pronuncia la portavoz de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, quien explica que “podríamos diseñar varios planes dietéticos para alguien con permarexia con, por ejemplo, 1.500 kcal, con distinta distribución de macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas y lípidos), con alimentos saludables (frutas, verduras, cereales integrales, carnes y pescados magros, aceite de oliva virgen extra, frutos secos), y otro tipo de alimentos que debemos consumir sólo ocasionalmente (alimentos ultraprocesados, ricos en grasas saturadas o trans, con exceso de azúcares refinados). Por tanto, no debemos fijarnos sólo en las calorías, sino en qué tipo de alimentos estamos consumiendo”.

Recuerda Zugasti que las prisas no son buenas aliadas en el camino de la pérdida gradual y saludable de kilos, ya que “los mejores resultados de pérdida de peso con el tratamiento dietético se consiguen cuando la duración de la intervención es de, al menos, seis meses y la motivación y el cambio de hábitos de vida son factores determinantes para el éxito mantenido en el tiempo”.

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