Encontrar intimidad y ganas para el placer se puede volver una misión complicada. Sexólogas explican el efecto liberador del sexo.
Muchos años con la misma persona, el cansancio, el desgaste, la monotonía, la falta de espacios individuales y el estrés cotidiano pueden terminar con las ganas de intimar o apagar la llama de la libido, es decir, el deseo del placer sexual.
Florencia Salort (M.N. 100.659) médica, ginecóloga y sexóloga, explicó que el estrés afecta muchísimo la calidad de vida, la salud general de las personas y también el deseo sexual.
“Una persona con estrés tiene un alto nivel de alerta y, generalmente, está desatenta al placer. Es un nivel de ansiedad, miedo, control, rigidez, que aumenta el cortisol, un gran enemigo de la dopamina aumentada que genera el ciclo placer-recompensa”, sostuvo.
Para ella, en los momentos de estrés suele haber un incremento de adrenalina que va en contra de la excitación, de la erección y la lubricación, lo que dificulta la conexión con el otro, la relajación y la posibilidad de llegar a un orgasmo.
En ese sentido, detalló: “Una persona que tiene estrés está en estado de alerta, no conectada con el placer, el relajo, con la posibilidad de comunicación, de atención plena y de relajación necesaria para un disfrute pleno. Además, el estrés baja muchísimo el sistema inmune y las endorfinas (que dan la sensación de bienestar). Se produce en cambio un circuito de adrenalina, cortisol y serotonina que aleja a la persona de las hormonas plácidas: dopamina, endorfina, opiáceos, etcétera. El estrés es un gran enemigo del placer y del estar conectado/a con uno mismo y con el otro. A su vez, genera ansiedad y eso es una de las principales causas de disfunción eréctil en los varones”.
Por su parte, la sexóloga Viviana Wapñarsky (M.N. 24433), integrante del Servicio de Sexología Clínica del Hospital de Clínicas, explicó que la clave es entender que “la sexualidad no es un trabajo o una tarea más a cumplir, sino más bien es el recreo que nos va a ayudar a aliviar las tensiones y preocupaciones cotidianas”.
Estrés, ansiedad y compromisos, los principales enemigos de nuestra sexualidad
“Hay evidencia científica que comprueba que tener orgasmos libera sustancias que ayudan a aliviar el estrés, mejoran el sistema inmunológico y colaboran en el bienestar general. Por el otro lado, levanta la autoestima porque mejora la calidad del vínculo de pareja y eso ayuda a aliviarlo. La sexualidad nos hace sentir acompañados”, argumentó.
¿Ayuda el sexo a liberar el estrés?
Para Wapñarsky, el contacto piel a piel es fundamental para el bajar estrés. “No es necesario tener un acto sexual con coito (penetración). Podemos buscar actividades sexuales que nos diviertan y no nos exijan demasiado. Por ejemplo, bañarse con la pareja, hacerse masajes, leer cuentos o escuchar podcasts eróticos”, recomendó.
Según resaltó, es importante que la sexualidad no sea una exigencia más sino la vía de búsqueda del placer que ayuda a aliviar preocupaciones. “Por eso no hay que buscar metas a cumplir sino tratar de leer lo que cada uno necesita y animarse a pedirlo. Por ejemplo, si volví cansada/o del trabajo pedir unos mimos en los pies. Aunque no lo crean eso es sexualidad. Besarse apasionadamente puede hacer sentir muy bien y con ganas de más”, detalló.
Por último, concluyó que buscar actividades divertidas fuera de la cama y de la casa también ayuda, así como la masturbación que “es también una actividad sexual que alivia tensiones, ya que tiene todos los beneficios y ninguna exigencia”.
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