Manchas opacas, sequedad, bolsas en los ojos, arrugas, pérdida de elasticidad y líneas finas de expresión. Estos son algunos de los cambios reflejados por consumir bebidas alcohólicas con frecuencia.
Puede suceder que nos guste acompañar una buena comida con una copa de vino tinto o blanco, o tal vez, nunca falte ese happy hour de cervezas artesanales con amigos. El alcohol puede estar presente en diversos eventos, brindis y reuniones.
Teniendo en cuenta que es una bebida social que reúne a muchas personas por diferentes motivos, la cuestión se centra en no hacer de su consumo un hábito o rutina ya que podría traer efectos negativos para nuestra piel, entre otros males.
Katie White, dermatóloga, nutricionista y terapeuta de Inglaterra, reveló que el consumo de grandes cantidades de alcohol durante largos períodos de tiempo, tiende a afectar el cutis y a exteriorizar signos de envejecimiento.
Además, reveló que al poseer componentes diuréticos que hace que se eleve la producción y excreción de orina, la piel tiende a deshidratarse muy rápido, lo que podría alterar la producción natural de colágeno (proteína que mantiene hidratados los tejidos).
“El vino y la cerveza no son tan dañinos, lo que hay que evitar son las bebidas blancas o destiladas como el vodka, whisky y el tequila porque son las que mayor daño producen en las células epidérmicas”
“El cuerpo prioriza ciertos órganos esenciales como el hígado y el cerebro, y cuando el organismo está deshidratado, algunos tejidos conectivos como el colágeno tienden a dejar de recibir aquella hidratación, lo que impulsa a la formación de arrugas y líneas de expresión”, informó la dermatóloga a medios locales.
Otra de las consecuencias es que desregulariza el nivel de glucosa en sangre debido a que el vino y muchos cócteles previamente elaborados contienen altos niveles de azúcar para hacerlos más adictivos. En este caso, sucede que las moléculas de azúcar entran en contacto con las proteínas de colágeno y elastina de la piel a través de un proceso denominado glicación (reacción lenta que colabora con el envejecimiento de las células epidérmicas).
Por otro lado, también afecta el control y los patrones del sueño porque suprime en un casi 20 por ciento la producción de una hormona denominada melatonina, que es esencial para el buen descanso. “Cuando dormimos, la piel trabaja reparando el colágeno y los daños generados por la exposición a los rayos del sol (UV), descansar mal deriva en menos oportunidades de regeneración de tejidos”, concluyó White.
«El alcohol también produce un efecto vasodilatador, lo que conduce a padecer enrojecimiento, favorece la inflamación y en ciertas patologías su consumo es nocivo para la salud», explicó a Con Bienestar, Eduardo Adolfo Rodríguez, dermatólogo (M.N. 44.648) y director de la carrera de Médico Especialista en dermatología de la UBA.
“En enfermedades como la rosácea o la psoriasis está contraindicado porque con el tiempo se estimula la aparición de arañitas vasculares, por la misma dilatación de los vasos sanguíneos”, aseguró el especialista, y afirmó: “Se aconseja beber abundante agua después de su consumo y al día siguiente, así se evitará la resequedad de la piel”.
Si la persona realmente disfruta del alcohol, tampoco es necesario prohibirlo porque que en bajas cantidades aporta antioxidantes naturales, recomienda Rodríguez. “El vino y la cerveza no son tan dañinos, lo que hay que evitar son las bebidas blancas o destiladas como el vodka, whisky y el tequila porque son las que mayor daño producen en las células epidérmicas”, finalizó el dermatólogo.
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