Por ahora hay que seguir con distancia y tener paciencia. Ya queda menos para volver a abrazarnos.
El Día del Abrazo fue creado en 1986 por Kevin Zaborney y Adam Olis, en Estados Unidos. El objetivo fue alentar a que la gente se abrazara más, porque, por entonces, a la sociedad estadounidense le avergonzaba “mostrar sus sentimientos en público”.
La idea fue todo un éxito y otros países se sumaron a la propuesta hasta convertirse en un día internacional que se celebra cada 21 de enero.
La pandemia del coronavirus restringe la posibilidad de abrazar, pero una vez que la vacuna contra el COVID-19 sea aplicada y el riesgo de contagio haya disminuido, se podrá volver a disfrutar de los beneficios de abrazarnos.
“Por la pandemia, hay personas que no pueden sentir o apreciar lo corporal y una mirada puede tener los mismos efectos que el abrazo. Una palabra cálida, un gesto y el tono de voz, también influyen”, detalla la licenciada Maria Martha Panizza (M.N. 28.299), Coordinadora del Equipo de Psicología y Psicopedagogía del Centro Municipal de Desarrollo Infantil y Estimulación Temprana “El Nido”, de San isidro.
Qué opina la ciencia
De acuerdo al artículo publicado en la revista científica PLOS One, hay una razón científica detrás de este preciado gesto: abrazarnos tiene un impacto positivo en el humor y el estrés luego de atravesar un conflicto social.
Para averiguarlo, el grupo de trabajo entrevistó a 404 participantes antes de comenzar la pandemia. Los llamaron todas las noches durante dos semanas para consultarles, entre otras cosas, acerca de su humor, si habían tenido algún conflicto y si habían recibido un abrazo. Complementaron estos intercambios con un examen físico y un formulario acerca de su salud y vínculos sociales antes de comenzar.
Transcurrido ese tiempo, los investigadores observaron que los abrazos estaban asociados a una mejora en los marcadores positivos del humor, así como en la disminución de los negativos. ¿Y qué pasaba si habían tenido un día difícil? Las personas que habían recibido abrazos reportaron una menor cantidad de sentimientos negativos y más positivos que en los días donde vivieron conflictos, pero no recibieron ese contacto.
“Las conductas táctiles interpersonales, como los abrazos, pueden amortiguar factores estresantes como el conflicto porque aumentan las percepciones de la disponibilidad de apoyo social al transmitir de manera tangible la atención y la empatía sin comunicar nada negativo”, escriben los autores.
Además de la oxitocina, los abrazos liberan serotonina y dopamina, generando una gran sensación de bienestar y felicidad. Asociado a esto, también se mejora la autoestima, por lo que aumenta el buen estado de ánimo y energía.
Ventajas físicas de los abrazos
Fortalece el sistema inmunitario.
Disminuye la presión arterial.
Ayuda a dormir y descansar mejor.
Aumenta la atención y la motivación.
Mejora ciertos patrones de conducta en los niños.
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