Un adecuado estado nutricional contribuye de manera significativa a protegernos frente al contagio y durante la recuperación.
El sistema inmunológico es la defensa y protección natural del cuerpo contra agentes infecciosos como, por ejemplo, un virus u otros elementos extraños que ingresan al individuo. Una vez adentro, el organismo se encarga de combatirlos y destruirlos a través de respuestas naturales o adaptativas.
Un adecuado estado nutricional contribuye de manera significativa a protegernos frente al contagio y durante la recuperación asociada con cualquier tipo de proceso inflamatorio, incluida la infección por COVID-19.
Está demostrado que las personas con una buena nutrición, con un balance apropiado entre macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas, grasas) y micro nutrientes (vitaminas y minerales) y con una adecuada biodisponibilidad presentan menos probabilidades de desarrollar cuadros graves de esta enfermedad.
Por el contrario, un pobre estado nutricional conlleva un mayor riesgo de contraer infecciones; por esto quiero que conozcas el papel que juegan cada una de las vitaminas y minerales en los mecanismos inmunológicos de defensa.
Vitaminas:
• B6, B12 y ácido fólico: Participan de la función inmune de las células a través del involucramiento en ácidos nucleicos y el mantenimiento de la síntesis de proteínas.
Fuentes de vitamina B 6 y B 12: Pescados, carnes rojas, carnes de ave, huevo, leche, frutas no cítricas. Fuente de ácido fólico: hígado de res, vegetales de color verde oscuro, espárragos, maní.
• Vitamina C: Juega un papel importante para el adecuado mantenimiento celular. Estimula las funciones de los leucocitos (células que se encargan de defender al organismo de infecciones). Disminuye la duración y severidad del resfrío común.
Fuentes: Cítricos como naranja, pomelo, mandarina, brócoli, papas, kiwi y morrones rojo y verde.
• Vitamina A: Su deficiencia deteriora la inmunidad innata, potencia las condiciones inflamatorias existentes y afecta la capacidad de defenderse contra los patógenos. La suplementación es beneficiosa para reducir la morbilidad y la mortalidad de enfermedades infecciosas (especialmente en niños).
Fuentes: Hígado vacuno y otros órganos (aunque estos alimentos también tienen alto contenido de colesterol, por lo que deberá limitar la cantidad que consuma), salmón, brócoli, zanahoria, calabaza, zapallo, damasco, mango, lácteos y cereales fortificados.
• Vitamina E: Optimiza y mejora la respuesta inmune por medio de las células linfocitos Th1. La suplementación de personas de edad avanzada mejora la función inmunológica general.
Fuentes: Aceites, principalmente el de girasol, frutos secos como almendras, avellanas, maní y semillas como girasol también.
• Vitamina D: Junto con una dieta alta en calcio inhibe la progresión de los trastornos autoinmunes.
Fuentes: Atún, caballa, salmón, alimentos fortificados con vitamina D como cereales para el desayuno, jugos de naranja, yogures y bebidas a base de soja.
Minerales:
• Hierro: Es esencial para la diferenciación y el crecimiento de las células. Es el componente de enzimas críticas para el funcionamiento de las células inmunes.
Fuentes: Carnes rojas y de ave, panes y leches fortificadas, lentejas, acelga y espinaca.
• Zinc: Ejerce una multitud de efectos sobre numerosos tipos de células inmunitarias. Ayuda a mantener la integridad de la piel y las mucosas. La deficiencia conduce a atrofia del timo. El timo es el órgano linfoide primario y especializado del sistema inmunológico.
Fuentes: Ostras, carnes rojas, aves, mariscos, cereales fortificados para el desayuno, cereales integrales y productos lácteos.
• Selenio: Es un antioxidante esencial que influye tanto en la inmunidad innata como en la adquirida. La deficiencia deteriora la producción de anticuerpos y hace que los virus experimenten variaciones a formas más virulentas, provoca una disminución en los niveles de producción de las inmunoglobulinas y la producción de anticuerpos por parte de los linfocitos.
Fuentes: Mariscos, carne roja, de ave, huevos y otros productos lácteos. Pan, cereales y otros productos derivados de cereales.
• Cobre: Mantiene el equilibrio antioxidante dentro de las células. Una dieta baja en cobre aumenta el riesgo de padecer infecciones respiratorias.
Fuentes: Hígado de res, mariscos (ostras), nueces, semillas, salvado de trigo y productos integrales, papas, champiñones, garbanzos y tofu.
Tengamos en cuenta que los nutrientes no sólo influyen sobre los mecanismos encargados de defender al organismo de patógenos infecciosos, sino que otras funciones en las que está implicado el sistema inmunitario pueden alterarse por desequilibrios en las ingestas de nutrientes o causas relacionadas con la nutrición.
(*) Carolina Paula Caligiuri es licenciada en nutrición y nutricionista deportiva (M.N. 4797).
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