Cómo afrontar y resolver las situaciones difíciles de la vida cotidiana

Si bien muchas veces no les prestamos atención, todos podemos salir adelante y aprender algo positivo de cada pequeña interacción cotidiana que debemos enfrentar

Uno de los principios del funcionamiento de la psicología social dice que incluso los encuentros de corta duración pueden tener grandes efectos sobre nuestras relaciones. Los investigadores han explorado muchas de nuestras actividades cotidianas y consideran que si aprendemos a sobrellevarlas con inteligencia, seremos capaces de reducir el estrés y conseguir más y mejores resultados para los pequeños problemas y desafíos de nuestra vida cotidiana.

Si queremos lograr un efecto positivo en los demás (amistad, aceptación, perdón, etc.) tenemos que desarrollar un modo especial de ponernos en el lugar del otro a la hora de hablar e interactuar. Repasemos algunos de los episodios que todos enfrentamos a diario:

¿Cómo obtener una respuesta sincera?

Cuando compramos un auto usado, alquilamos un nuevo departamento, o llamamos a un plomero para hacer una reparación, necesitamos vincularnos cercanamente: al hacer preguntas generales obtenemos, en realidad, poca información valiosa e incluso engañosa. «Por eso, la mejor forma es hacer preguntas de sondeo presuponiendo que realmente hay problemas», aseguró Julia Minson, profesora en ciencias de la decisión de la Universidad de Pennsylvania.

Una pregunta oportuna, por ejemplo, sería: «¿Qué me puede decir al respecto?», a lo cual seguramente responderán: «No hay ningún problema»; distinto es si ya presuponemos, con nuestra intervención, que existe un inconveniente: «¿Qué problema tiene el auto?», así obtendremos la respuesta más honesta posible. Cuando queremos oír la verdad desnuda, tenemos que pedirla: ¿qué problemas mecánicos no tiene este coche?, ¿cuáles son las peores partes del trabajo? Para lograrlo, es importante que procuremos, siempre, que la timidez no entorpezca nuestro cuestionamiento.

¿Cómo enmarcar la crítica?

A nadie le gusta que le digan que está haciendo algo mal, por eso, incluso la «crítica constructiva» se recibe generalmente a la defensiva. Esa es la razón por la cual la psicóloga Susan Heitler Denver, autora del libro Del conflicto a la Resolución, recomienda evitar el reclamo e ir directamente a la explicación. Por ejemplo, al cocinar, en lugar de decir: «Esa no es la manera de saltear las verduras», a lo mejor ofrecer consejos útiles como: «Si comenzás con una sartén bien caliente, será más fácil saltear las verduras». Eso es todo, así de fácil como parece, se trata de enfatizar lo positivo y minimizar o erradicar la crítica.

¿Cómo aprender a persuadir?

Muchos de nosotros, a diario, en el trabajo, con los amigos, la familia y los vecinos, intentamos convencer a quienes nos rodean que tenemos la razón, lograr el «sí», como si se tratase de una venta de un producto. Por eso, si deseamos cambiar el estado de ánimo o la percepción de una persona sobre un tema no debemos comenzar por plantearnos cómo podemos ganar esta discusión, sino más bien «¿Cómo puedo lograr un acuerdo sin generar bronca ni peleas?».

Debemos siempre prestar atención al autocontrol de nuestro estado de ánimo, el volumen que utilizamos, el tono de voz, las historias que contamos y los argumentos. Además, estar atentos a los momentos en los que podemos persuadir; y lo más importante: para alinear ideas debemos procurar siempre ser agradables, mostrar a la gente que entendemos sus intereses.

¿Cómo quejarse sin ofender?

Tanto la observación directa de los expertos como las investigaciones psicológicas van en una misma dirección: para quejarse con éxito debemos mostrarnos como personas sumamente tranquilas y amenas, pero nunca conformarnos con menos de lo que creemos que es justo. En primer lugar, determinar exactamente lo que queremos y averiguar quién tiene la capacidad para proporcionarnos la solución. Luego, comenzar siempre con alguna frase agradable: «Este es uno de nuestros restaurantes favoritos, aunque últimamente …», para que quien recibe queja no se sienta atacado. Y por supuesto, tener una predisposición de agradecimiento por su ayuda.

¿Cómo tener éxito en una fiesta?

No todos somos naturalmente extrovertidos, pero una pequeña charla puede ser la piedra angular de nuestra socialización, que nos allane el camino para las grandes conversaciones. La guía de bolsillo para el discurso social sugiere que busquemos un apoyo que nos introduzca a las personas. La charla se hace más fácil cuanto más practiquemos, así que tenemos que buscar ocasiones para ejercitar nuestra habilidad.

Otras de las reglas son: usar un vocabulario simple y prestar atención a los nombres e intereses de nuestros interlocutores, valorar la opinión de los demás o lo que han comentado antes, y tratar de tener siempre intervenciones resumidas, no explayarnos demasiado al principio, hasta que nos vayan conociendo. No cometas el error de alojarte en un tema por demasiado tiempo.

Como hemos visto, los pequeños encuentros cotidianos, esos que generalmente realizamos en forma mecánica y sin demasiada reflexión, son los que podemos mejorar para que al final del día el saldo sea positivo. Si somos medidos y oportunos en nuestras acciones, seremos poco a poco personas socialmente inteligentes, y esta es nuestra principal habilidad como seres humanos. De nada nos sirve querer llevarnos el mundo por delante si no aprendemos a entablar buenos vínculos diarios con nuestro entorno más cercano. ¡A practicar!

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