Beneficios de la formación musical en el cerebro

Desde hace tiempo se sabe que los músicos profesionales y, en general, las personas con formación musical desarrollan capacidades cerebrales distintas a las de quienes solo disfrutan de la música de forma pasiva. Nuevos estudios están ampliando el horizonte de conocimientos y ofreciendo nuevos detalles sobre los beneficios de una disciplina a la que no siempre se le otorga la relevancia que merece desde el punto de vista educativo.

Un buen exponente es el estudio que ha desarrollado un equipo de la Universidad de Granada (UGR), en el que se ha comprobado que en los músicos se activan regiones cerebrales distintas a las de personas sin formación musical cuando hay que realizar una tarea de improvisación simple. “Se activan con más intensidad regiones implicadas en la creatividad”, afirma Purificación Pérez-García, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UGR y una de las autoras del trabajo. Además, apreciaron que en las personas sin formación musical “el proceso de creatividad está guiado por regiones implicadas en estímulos novedosos, mientras que en los músicos está guiado por regiones relacionadas con la planificación de movimientos”.

Los investigadores diseñaron un experimento en el que se utilizó una técnica de imagen cerebral -la resonancia magnética funcional- para comparar en directo qué regiones cerebrales se activaban durante la improvisación musical en las personas con y sin formación musical. “Una de las principales novedades es que hasta ahora se había estudiado el cerebro de músicos improvisando tareas complejas (músicos de jazz improvisando jazz), pero en nuestro estudio se les compara con gente sin formación y, además, se utiliza una tarea simple en la que su formación musical no ofrece una ventaja muy grande”, resalta la científica.

El estudio, publicado en Scientific Reports, pone de manifiesto el modo en el que la formación musical puede modular en funcionamiento del cerebro. En opinión de Pérez-García, es importante que la sociedad conozca los beneficios psicológicos de la práctica musical y que sepa que son el resultado de los cambios que la música produce en el cerebro”.

Mucho más que un placer
Los beneficios de la música y, más específicamente, la formación musical van mucho más allá del bienestar, la relajación y la sensación placentera que proporciona. Entre otros, se han demostrado mejoras cognitivas en los siguientes aspectos:

Memoria de trabajo y episódica.

Atención.

Velocidad de procesamiento.

Capacidad viso-espacial.

Lenguaje.

Función auditiva para apreciar melodías, ritmos, armonías y timbres

Expresión motora (por la ejecución musical, que requiere la coordinación de diferentes músculos).

Procesos emocionales relacionados con la interpretación de la música.

Capacidad para el aprendizaje de lenguas extranjeras.

Rendimiento académico, sobre todo en lectura y matemáticas.

Por todos estos motivos, la investigadora de la UGR considera que la música “debería ser una herramienta para el sistema educativo, además de una asignatura o área de conocimiento”. Entre otras razones, porque “favorece el carácter interdisciplinar con otras asignaturas y también es un estímulo para las facultades del ser humano por todas las posibilidades de desarrollo intelectual y emocional que produce”. Permite “tanto sentir, conocer, valorar, interpretar y apreciar el hecho sonoro como la abstracción, el razonamiento lógico y matemático y el compromiso personal”.

Repercusión en la salud
El simple acto de escuchar música resulta beneficioso para la salud. La musicoterapia ayuda a reducir la ansiedad en las personas con cáncer y otras enfermedades y también tiene efectos positivos en el humor, el dolor y la calidad de vida.

Adentrarse en el conocimiento y adquirir formación musical proporciona beneficios adicionales. Cada vez es mayor la evidencia científica que demuestra que tocar un instrumento puede actuar como factor protector frente al desarrollo de deterioro cognitivo o de demencias como la enfermedad de Alzheimer.

También hay estudios que muestran que la enseñanza musical en la infancia ayuda a generar nuevas y mejores conexiones neuronales, lo que puede resultar especialmente beneficiosos para niños con trastornos del espectro autista (TEA) o trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

La científica de la UGR cree que, por todos estos motivos, “debemos darle a la práctica de la música la importancia que merece por los grandes beneficios que produce”. De hecho, cree que “no solo habría que aumentar su presencia en el sistema educativo, sino que habría que compatibilizar la enseñanza de los conservatorios con los centros de primaria y secundaria”.

Por último, anuncia próximos y muy prometedores hallazgos de su investigación que revelan que la formación musical no solo produce cambios funcionales en el cerebro, sino también modificaciones estructurales: “Estamos trabajando en ello y esperamos poder compartirlos resultados pronto”.

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