Cómo cuidar a una persona con depresión

La familia juega un papel vital tanto en el diagnóstico temprano como en el tratamiento de las personas con depresión.
La familia juega un papel importante tanto en la detección temprana de los primeros síntomas que pueden conducir a una depresión como en la manera de afrontar y seguir su tratamiento. Descubre todas las claves y consejos sobre cómo cuidar a la persona diagnosticada con depresión mayor.

Todos hemos sufrido un día de bajón, en el que nos sentimos cansados, como si nos hubiésemos quedado sin fuerza, una situación que puede durarnos unos días antes de volver a nuestra actividad diaria. Incluso si éste ha sido causado por un motivo externo importante como una pérdida de un ser querido o por una situación de estrés intenso, se considera como parte del proceso natural de adaptación. Pero cuando no existe causa que lo justifique, o ha pasado un excesivo tiempo desde la aparición de ese detonante, sin que la persona se reponga y vuelva a desarrollar una actividad normal, entonces podemos estar ante un caso de depresión mayor, que va a requerir de un diagnóstico adecuado para poder determinar el tratamiento específico necesario para superarlo.

El familiar va a jugar un papel importante tanto en el diagnóstico de la depresión como en el tratamiento, ya que el paciente no va a tener las ganas ni la motivación suficiente para responsabilizarse de su situación y poner de su parte para superarlo.

Síntomas que alertan al familiar de una posible depresión
El conocimiento del familiar que convive con la persona que tiene síntomas depresivos es fundamental, pues es quien puede informar de hace cuánto se inició, así como de lo invalidante del mismo. Se trata pues de recabar información que de otra forma puede que no se obtenga, pues en estos casos el paciente normalmente no se muestra demasiado predispuesto a colaborar, minimizando la importancia de sus síntomas.

Un dato fundamental para un claro diagnóstico es determinar si se trata de un caso aislado, o es una situación que se viene produciendo durante toda su vida, es decir, que la persona muestre un estado de motivación pobre, además de otros síntomas como desgana y enlentecimiento motor, entre otros; descartando así la distimia, más relacionada con una característica de la personalidad el paciente.

Igualmente la duración de los síntomas y el momento en que se producen es fundamental, para descartar que se deban a otros agentes externos, como por ejemplo por el cambio de estaciones, tal y como sucede en el caso de la depresión estacional; o que sea fruto de un duelo, por una pérdida de un ser querido o una situación de estrés reciente todavía no superada.

Una vez que se tiene el diagnóstico de depresión mayor, se diseñará el tratamiento, en el que se suelen combinar psicofarmacología con terapia psicológica. Recordar que el paciente depresivo es una persona con escasa iniciativa y casi nula motivación, por lo que el familiar se ha de hacer cargo del cumplimiento de la toma de medicamentos en los momentos que han sido indicados, igualmente se habrá de encargar de llevar al paciente a terapia.

A veces puede ser un poco desconcertante y agotador hacerse cargo de una persona que hasta hace poco se podía valer por sí misma, y ahora parece que depende casi por completo de los demás. Pero hay que tener en cuenta que parte de su enfermedad es precisamente no querer salir de su situación en la que se siente cómoda y segura.

Es por ello que la paciencia y la constancia van a ser las herramientas necesarias de los familiares que se harán cargo de su cuidado y de cumplir con el tratamiento, con lo que podrán ver cómo poco a poco se va produciendo una mejoría en el paciente, y va recuperando su iniciativa por las actividades de la vida diaria, descargando así de tareas a la familia.En el entorno familiar de personas con depresión es fácil que surjan sentimientos de culpa, por no haberse dado cuenta de que el paciente estaba entrando en una espiral de episodios depresivos que desencadenarían en una depresión mayor, sobre todo si se trata de una persona a su cargo, como un hijo menor o un progenitor ya mayor.

Igualmente hay que cuidarse de los sentimientos de inutilidad que pueden surgir sobre todo antes del diagnóstico, en el que el familiar desconoce qué es lo que le sucede al paciente y cómo ayudarle. Después surgirán sentimientos de frustración e incluso de agotamiento, dado que se trata de un proceso lento y en el que puede tardarse en ver resultados positivos.

Todos estos sentimientos han de ser tenidos en cuenta por el familiar para que no obstaculicen el tratamiento del paciente, ya que pueden crear tensiones dentro de la casa; es por ello que aparte de recibir una buena información de cómo ayudar al paciente, debe de recibir asesoramiento de cómo ir superando cada una de las dificultades que van a surgir, y si es preciso acudir a un grupo de ayuda, con el fin de sobrellevar mejor las implicaciones emocionales que supone ser familiar de un paciente con depresión.Uno de los fenómenos más comunes que se producen entre los cuidadores de personas enfermas o con depresión, sobre todo cuando estos son familiares, es lo que se conoce como síndrome del cuidador, que consiste en un agotamiento intenso, mostrando una sintomatología múltiple que afecta a sus capacidades físicas, psicológicas y de relación social.

Este agotamiento se produce por la tarea de cuidar casi en exclusiva del paciente, en el que se vuelca el familiar desatendiendo tanto su vida social como personal, movido principalmente por sentimientos de culpa o de responsabilidad que le llevan a sentirse mal cual no está atendiendo al paciente, lo que puede desencadenar en la aparición de fatiga, irritabilidad, dolores articulares y aislamiento social entre otros.

Por todo lo descrito es importante prevenir la aparición de éste síndrome, ya que va a ir en perjuicio de la calidad de la atención y del cuidado que se ofrece al paciente; a parte de que el familiar ve mermada su salud pudiéndose convertir a su vez en un paciente que requiere de cuidados y atenciones como las que hasta ese momento proporcionaba.

Consejos para el cuidador de un paciente con depresión
Para prevenir la aparición del síndrome del cuidador se han de seguir una serie de recomendaciones que le harán al familiar más llevadera la tarea del cuidado de un paciente con depresión mayor:

Lleva tu vida social lo más normal posible, manteniendo tus salidas a comprar o quedando con tus amigos, eso te ayudará a liberar mucha tensión emocional.
Realiza algo de ejercicio aunque sea suave y al aire libre, tal y como caminar un poco rápido, lo que ayudará a tu circulación y a mantener tu mente despejada.
Aprende a delegar en otros, parte de la tarea del cuidado del paciente con depresión, lo que hará más llevadero el proceso para ambos.
Infórmate bien de en qué consiste la enfermedad y cómo son los pasos para superarla, de forma que puedas comprobar cómo va recuperándose poco a poco el paciente según lo esperable.
Solicita ayuda profesional si la precisas para superar los sentimientos negativos que puedan ir surgiendo, así como para recibir el apoyo necesario para sobrellevarlo.

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